Mi amiga ha perdido a su mitad, así, de golpe, de manera fea, cruel, amarga, como cualquier muerte, pero ésta ha sido más cercana, ha golpeado más fuerte, ha desatado algo en mi lagrimal, en el de muchos de los que estamos de 8 a 3. Nunca jamás estaré preparada para la muerte, nunca jamás dejará esta áspera vida de hacerme daño, de hacérselo a la gente que quiero, nunca jamás nos dejará descanso.
Estoy furiosa, rabiosa, triste e indignada a partes iguales. No lo entiendo, no quiero consolarla, no quiero que esté pasando por ésto, no quiero tener que verla con los ojos hinchados de llorar, sin quitar ojo a sus cachorros, agotados de la tensión.
Hemos compartido mil cafés con nuestras penurias, nuestras alegrías, nuestros trapos, nuestros trucos, nuestras risas, nuestras lagrimillas, nuestros recuerdos…y me niego a que eso tenga que cambiar porque un caprichoso destino ha decidido pegar un golpe sobre la mesa y alterar lo cotidiano haciendo daño, echando vinagre sobre las heridas, arañando un corazón generoso, entrañable, dulce.
Amiga, no te voy a pedir que no estés triste, porque tienes que estarlo, y enfadada, ególatra, indignada, con la boca llena de palabrotas. Tampoco te voy a hacer escuchar las manidas frases del consuelo.
Pero sí voy a robarte, si me dejas, muchos momentos de tu nueva vida, para que hagamos un nuevo libro de recuerdos. No serán más bonitos, ni mejores, simplementes serán nuevos, llenos de selfies nuestros sonriendo, o llorando, da igual, aquí, en los pueblos o en la China meridional, porque tenemos que continuar la buena costumbre que empezabas a tener de conocer mundo. Estará lleno de cafés, de trapitos, de escenas que avergüencen a nuestros cachorros para tener las risas aseguradas. De amigas que te cuiden y te regañen a partes iguales cuando sea necesario.
En estos dos días me he dado cuenta que te quiero mucho, amiga. Y de que la vida es cruel, también.
Os leo!!