¿En qué se basa la práctica de meditación en grupo?
Las prácticas contemplativas tienen este foco, esa búsqueda que encuentra en tanto que la persona se sitúa una y otra vez en el presente, aquí y ahora.Esa es la práctica en esencia, que consiste en darnos cuenta de que nos congelamos en un tiempo pasado, o que hemos corrido al futuro y queremos volver, y volver tantas veces a la sencillez del presente.
Esta tarea puede resultar costosa, cansada, e incluso irritante si la mente está muy agitada. Hacerlo con otros seres lo hace más llevadero.
La realización de un entrenamiento físico o técnico en la mayoría de las disciplinas es más asequible si lo realizamos con otros. La presencia de otras personas nos motiva, nos alienta a insistir cuando aparece un obstáculo, una prisa, una desesperación. El grupo es un apoyo en la superación de nuestros límites.
Funciones de la práctica meditativa en grupo
Siguiendo esta intuición, comparto las dos funciones que vivo al cultivar la interioridad en grupo. Lo he podido hacer en diversos contextos, con comunidades de práctica laicas y con comunidades de práctica de distintas confesiones religiosas. En todos los casos he sentido que meditar con otras personas apoyaba mi práctica individual.La primera función: El grupo sostiene
La presencia de otros te sostiene ante la dificultad. Es como una energía que se suma a la capacidad individual. Quien haya practicado en grupo tiene la vivencia de haber sostenido lo que cuesta, o lo que es desagradable y trabajoso, con un plus de recursos.El mundo animal es inspirador en esto. La etología ha identificado rasgos del comportamiento de muchas especies ante una dificultad.
Podemos traer a nuestra memoria esas imágenes de los ñus en sus movimientos migratorios, cómo la manada se reúne para cruzar juntos los charcos, más aún los ríos de calado desconocidos en los que, para que unos crucen otros sacrifican su vida y acaban hundidos en el cauce como apoyos en la travesía de los demás.
Cuando nos exponemos ante un peligro, la sensación de fortaleza, incluso de suficiencia, que se experimenta al lado de otros, en grupo, es mayor.
¿Y qué habría que sostener en la meditación? Expreso “sostener” porque la práctica meditativa es una pausa, es una revolución silenciosa, es un acto subversivo ante el correteo de la mente detrás de lo que desea o delante de lo que teme.
En mi caso, sobre todo en los primeros 15 minutos cuando me siento a meditar, pasan por mi cabeza muchos, pero que muchos proyectos, y buenas ideas incluso. “¡Justo ahora que me siento!”. Pues sí, justo ahora.
Renuevo una y otra vez la intención de estar en la práctica; cada vez que me voy, una vez más que vuelvo. Y este “picar piedra” para mantenerme en el presente es todo un esfuerzo. Si estoy con otras personas compartiendo intención, siento que su permanecer sostiene el mío y entro en una conjura por la presencia de tod@s.
Más adelante en los minutos de la práctica, pueden aparecer cosas que no me gustan, dolores en el cuerpo, emociones difíciles o pensamientos recurrentes que me cuestan soportar. Sentir que al lado hay otro ser humano con los mismos dolores es una motivación para seguir observando todo aquello que me pasa, lo que surge instante a instante, en un cambio continuo.
La segunda función: La enseñanza e inspiración de l@s compañer@s
A esta dimensión se refirió Voltaire en su cita: “Hay personas tan inteligentes, que son capaces de aprender de la experiencia de los demás”.El grupo ilustra a través de la experiencia de quienes lo componen. La riqueza de las personas se muestra en grupo, incluso estando en silencio. La presencia de la persona es mucho más que sus palabras. Si hay un mínimo de presencia en mí, la energía, la mirada, la postura, el movimiento de un compañer@ puede ser una expresión inspiradora.
Además, a veces en la dinámica de las comunidades de práctica, después de meditar, hay un espacio en el que compartir libremente, con una expresión sencilla, alguna perla encontrada, y se da así la posibilidad de resonar con la experiencia de los demás.
La palabra expresada en ese momento contiene una nobleza singular. Destilada en el alambique del silencio, la palabra emerge como fruto en su tiempo para la inspiración tanto de quien la expresa como de l@s que la reciben.
Los testimonios como elemento inspirador
Los beneficios de la meditación en grupo son grandes en mi práctica personal. Me ayuda a practicar cada día y esto ha supuesto dejar de sufrir y empezar a disfrutar de vivir.
Necesitaba volver a mi interioridad para encontrar fuerza, serenidad y un grupo con quien compartir en profundidad. Todo eso y más lo encontré con Pablo Pérez y el Mindfulness. Llevo casi 5 años haciendo los cursos que dirige Pablo y, sobre todo, practicando individualmente y en grupo esta técnica que nos enseña a estar en el presente para disfrutar más de la vida.
La meditación semanal en grupo es de mucha ayuda. La práctica guiada es siempre útil, y los comentarios de los compañeros de viaje son igualmente muy enriquecedores. A mí me sirve para tomar impulso y no abandonar el resto de los días de la semana.
Para mí meditar en grupo es un regalo que me hace la vida y que fortalece mi práctica personal diaria.
Compartir con otros la experiencia profunda y honda de meditar la hace más intensa ya que siento una conexión real con otras personas en un momento de quietud y de silencio. Además, es una manera de vincularse con otros que recorren un tramo de un mismo camino. Cada semana tengo una cita con ellos y eso me hace sentir que formo parte de algo más grande. Me siento agradecida y siento que somos parte del cambio que quiero ver en el mundo.
La bondad del corazón humano y la audacia de las personas han dispuesto en este desafiante tiempo que vivimos multitud de recursos para la práctica en grupo. Es una alegría ofrecerte nuestro espacio online cada martes por la tarde. Si quieres empezar a percibir sensaciones tan profundas como estos compañeros, puedes inscribirte en nuestras meditaciones en grupo aquí.