No hay excusa. Además de proporcionar nutrientes de gran valor, esta verdura de suave sabor es fácil de digerir y combina con una amplia variedad de alimentos.
Siempre que se cocine al vapor, la judías verdes son una excelente fuete de ácido fólico, un nutriente que aumenta el apetito de los niños y los mantiene con un aspecto color de piel saludables. En este apartado, supera a otros alimentos más caros como el aguacate.
Planta cara a la báscula
Además de ligera -aporta 27 kcal por cada 100 gramos-, se trata de una de las verduras con mayor poder saciante, gracias a su alto contenido en hidratos de lenta absorción y en fibra. Por este doble motivo, es un vegetal de obligada presencia en la dieta de las personas con diabetes.
Con buenas dosis de hierro
Unas judías verdes rehogadas con jamón y ajo cubren el 25% de los requerimientos diarios de hierro. Tenlo en cuenta si tus defensas están debilitadas o te levantas cansado/a y con ojeras.
Un antidoto frente al estrés
Esta verdura también aporta buenas dosis de magnesio, por lo que refuerza nuestra resistencia al estrés y previene los calambres. Para aumentar la presencia de este mineral, espolvorea unas semillas de sésamos por encima.
Un suave laxante natural
Aunque una ración individual aporta una quinta parte de la fibra que se recomienda tomar al día, si sufres estreñimiento, hemorroides o una enfermedad inflamatoria intestinal, no dudes en cocinarla con cebolla y zanahoria.
Para digestiones difíciles
Especialmente cuando se toma de puré o crema -con patatas, zanahoria, y aceite de oliva virgen-, esta verdura protege las paredes del estómago en caso de acidez o gastritis y, gracias a su elevado contenido en vitamina A, acelera la regeneración de la mucosa intestinal.
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