Honrar el dolor

Podemos honrar el dolor, el sufrimiento y los esfuerzos de muchos conectando con el corazón

No suele gustarnos que algo o alguien varíe nuestra marcha incluso nos pare por completo. Más allá del gusto está el dolor al enfermar o que otros lo hagan. Y, en estas horas difíciles, nos conmueve también el agotamiento de aquellos que se desviven por aliviar la enfermedad o, nos impacta la letalidad con la que el virus arrasa a nuestros mayores.

La relación con el espacio informativo

Hay tanto sufrimiento y la conectividad que vivimos es tan grande que fácilmente podemos quedar abatidos o, con el tiempo indiferentes o narcotizados, por no poder con tanto dolor.

Podemos honrar el dolor, el sufrimiento y los esfuerzos de muchos conectando con el corazón. Necesitamos colocarnos bien para que la dureza del golpe ni nos quiebre ni nos deshumanice. No pasemos de largo o nos quedemos en la superficie de los datos diarios de los informativos. Dejémonos sentir internamente lo que nos llega. Quizá solo podamos ver entonces 5 minutos de Telediario y participar en la realidad en lugar de asistir a un “reality”.

Propongo que nos invitemos a elegir desde dónde miramos la realidad. Y, solo podemos elegir cuando hay consciencia. Para ello nos invito a asomarnos a los datos, a la información, estando bien colocados. De otra manera la realidad es tan cruda que no se puede digerir ni participar en ella.

Un sencillo ejercicio: Arraigarte, abrir el corazón y silenciar la mente.

Puedes hacer un sencillo ejercicio para cultivar tu presencia al acercarte al espacio informativo, cuando vas a leer, escuchar o ver noticias en los medios de comunicación. Y también podría servirte esta práctica en otras situaciones de cierto desafío en estos días como cuando tienes que salir a comprar y haces la cola para que te atiendan en el supermercado. Justo en ese momento arráigate a tierra, abre el corazón y silencia la mente.

Arraigarte a tierra es tomar contacto con tu cuerpo y enfocar tu atención en las sensaciones físicas. Aquello que sientas en lo que te sostiene, desde los pies, tus piernas, tu pelvis y toda tu columna en contacto con otras superficies, el suelo o el asiento.

También sería abrir la atención a tus sensores. Dejando que te impacten los sonidos, la temperatura, los olores. Cada estímulo llegando a tus sentidos y tú sólo sintiéndolo, sin valorar, ni juzgar, o, en todo caso, si aparece un pensamiento, una idea, un juicio sobre ello, dejándolo pasar.

Arraigarte es tomar raíz en tierra, la tierra que es tu cuerpo físico. Es habitar tu cuerpo, como si realmente pudieras ocupar tu consciencia con lo que ocurre en tu organismo.

Abrir el corazón sería enfocar la atención a un espacio más sutil. Sería tomar contacto con el sentimiento, la emoción o el estado de ánimo que está presente ahora y puedes reconocer. O quizá no hay claridad y lo que encuentras es una sensación de fondo no muy clara, un “no sé qué”, algo sin nombre aún y que puedo notar.

Abrir el corazón es algo tan sencillo como notar el efecto que te produce una noticia, el gusto o disgusto ante algo, el tono emocional que tiene una experiencia. Saber si algo te conmueve y abrir la vía a conocer el sentir profundo, lo que se ha afectado dentro de ti. Esto permite resonar en ese nivel hondo con la experiencia de otras personas, con lo que pueden estar sintiendo y lo que para ellos significa lo que está pasando.

Si continúas habitando tu cuerpo, podrás reconocer que lo que vibra en tu corazón tiene un reflejo físico y ambos planos se comunican en un nivel hondo y sutil.

Silenciar la mente no es mandar callar. Ya sabes por experiencia que eso genera más ruido. Sería más bien observar todas las voces, las reacciones mentales, los pensamientos, juicios, fantasías. Todo eso surge sin tú fabricarlo. Viene solo, no te sientas responsable y mucho menos culpable de ello. Sea lo que sea obsérvalo y podrás ver cómo aparece, está un tiempo y se marcha. Quizá regresa y de nuevo se marcha si no lo alimentas.

Cuando ves, oyes, hueles o notas algo, pueden surgir reacciones en tu mente o dispararse interpretaciones. Si las observas se irán como llegaron y podrás mantener el contacto con la experiencia momento a momento, enrraizad@ y con el corazón abierto.

Si puedes colocarte de esta manera, notarás la alineación cuerpo-corazón-mente. La experiencia interna tendrá consonancia con una respuesta externa oportuna, empática y consciente.

Qué bendición será poder parar, conectar y atreverse a sentir. Sólo así podremos honrar el sufrimiento de tantos. Sólo así podremos participar en el desenvolvimiento del misterio de la vida. Sólo así podremos algún día bendecir lo que aprendimos y que durante un tiempo solo tuvo nombre de desgracia.

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