Que las creencias se convierten en patrones automáticos internos, no es nada nuevo, que si son muy inconscientes nos convierten en robots, tampoco, pero que sabiendo todo esto y experimentando malestar por ello, sintamos que no podemos hacer nada y que nuestro destino a estas alturas será el que la mentalidad colectiva determine, se convierte ya en un querer mirar para otro lado e insistir en nuestra pequeñez adquirida a pesar de tener en nuestras manos recursos suficientes para discriminar lo que queremos dejar entrar o dejar por fuera de nuestra vida.
Eso que llamamos responsabilidad 100% de nuestra creación vital, de traer, practicar y reivindicar nuestro brillo, nuestra grandeza y alejarnos de un viejo paradigma que se cae a trozos sí o sí, aunque no lo queramos ver o se empeñen en que no lo veamos.
Por ello, insistamos en nuestra naturaleza, en nuestro ser y si ha de ser algo colectivo con fuerza máxima, que sea la expresión de nuestro poder innato, no de nuestro adocenamiento.