Una amiga destrozada por algún acontecimiento, nuestros padres que se van volviendo dependientes, un hijo que no sabe encarar los cambios que se están produciendo en su vida…
También, por supuesto, en todas aquellas profesiones en las que acompañar a otros, coach, terapeutas, psicólogos.
En todas estas situaciones necesitamos al menos cuatro ingredientes.
Escuchar, empatizar, comprender y comunicar.
Nada nuevo como vemos, nada que no hagamos cada día de nuestra vida. Pero ¿lo hacemos bien? ¿De verdad tenemos en cuenta el mundo interno del otro o solo recogemos datos para elaborar nuestro discurso, nuestra solución, en nuestro idioma?
¿Tenemos en cuenta nuestra propia valoración de la situación en base a los sesgos de nuestras interpretaciones?
La mayor parte de las veces, no. Simplemente ni nos lo planteamos, simplemente no hemos aprendido a hacerlo, porque lo que es innegable es que nos gustaría ayudar.
El eneagrama nos enseña a escuchar, a traducir lo que oímos, recibiendo no lo que nuestro diccionario mental interpreta de sus palabras, sino lo que significa realmente para el otro lo que está relatando.
Y nos muestra la forma en que organiza el mundo, sus prioridades, sus valores, sus heridas profundas, de forma que podamos asomarnos ahí, a ese espacio subjetivo que está habitando, introducirnos en él. ¿Cómo si no pretendemos acompañar?
Y desde esa empatía podemos realmente entender, que mis soluciones no valen en esa realidad, porque solo sirven en la mía. Entender también que el dolor del otro tiene distintas causas que mi propio dolor, pero sigue siendo dolor.
Y nos muestra como comunicar, porque comunicar no es transmitir, donde yo lanzo un mensaje teniendo en cuenta o no al otro, comunicar implica una comunión un lenguaje común y para esto necesito conocer el lenguaje del otro, necesito tocar su interioridad, saber qué palabras decir, o simplemente como guardar silencio.
Necesito saber a qué distancia colocarme, si necesita mi abrazo o mi caricia o necesita su espacio.
Necesito saber cómo hacerle llegar que puedo estar para él, presente, sin invadir ni evitar.
Y para esto también tengo que conocer mi estructura profunda, y nada como el eneagrama para conocerme.
En terapia todos estos aspectos se vuelven fundamentales y sin duda cualquier buen terapeuta habrá integrado en su terapia estos 4 ingredientes, pero quizá, sin la ayuda del eneagrama necesite más tiempo para conseguir vencer las resistencias del paciente y quizá, en ese tiempo, muchos clientes abandonen el proceso.
Si te interesa saber más, seas o no un profesional de la ayuda, te invitamos al evento en directo, a través de Instagram del próximo domingo 3 de marzo.
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