Dependencia entre amigos: claves para detectarla

Queridos lectores, como ya sabéis si me habéis leído, existe la dependencia en pareja o lo que es lo mismo, el “Sin ti no soy nada”. Pero poco hemos hablado de ese vínculo turbulento entre amigos.

La dependencia hace referencia a las relaciones “pegamento” en que solamente se concibe plenitud y bienestar cuando permanecemos estrechamente conectados al otro, sin apenas poder gozar de un espacio personal en el que compartir nuestra vida con otras personas o con nosotros mismos.

En la etapa adolescente es muy común y este tipo de relaciones pseudofraternales en que la vida de tu amigo y la tuya parece que sean la misma es incluso adaptativo. A fin de cuentas, la pertenencia al grupo y la identificación con los iguales son los rasgos de base de un adolescente sano. Pero, ¡Ojo! No de un adulto íntegro cuya identidad ya se ha definido. Si pasas de los veinte, sigue leyendo. En este breve listado podrás descubrir si existe dependencia entre tu amigo y tú.

Estáis en contacto a diario sí o sí
Pase lo que pase, vais a respetar esta norma implícita entre vosotros. El problema no es estar conectados a diario. La dificultad más bien reside en las consecuencias de si, por lo que sea, esa comunicación rutinaria se ve interrumpida. Si fuera así:

¿Hay distancia entre vosotros?, ¿Tienes la sensación de que estáis perdiendo el hilo?, ¿Sientes que esa relación corre riesgo de enfriarse?, ¿Empiezas a intuir que vuestra relación no fluye o que quizás no tenéis el mismo feeling que antes de ayer?

Si la mayoría de tus respuestas son afirmativas, es más que probable que el contacto diario, más allá de una elección desde la libertad, se esté convirtiendo en un código de honor para preservar vuestra unión e intimidad. Vamos, una obligación enmascarada. ¿Quién puede cada día de su vida interactuar con alguien ocurra lo que ocurra? Demasiado rígido para poderlo llamar “sano”, ¿No crees?

Lo compartís todo
Suena bien: “Somos como hermanos”, “Nos lo contamos todo”, “Estamos al día de cualquier novedad o problema que nos ocurra”, “Sus alegrías las vivo como si fueran propias”, “¡Hasta nos whatsapeamos para pasarnos el parte mientras estamos en una cita!”… ¡Qué incondicional! A voz de pronto cualquiera querría tener una amistad así. ¡Cualquiera que quiera fusionarse con alguien para sentirse completo!

Pero detrás de estas palabras existe un pacto implícito con el titular de “Si somos íntimos amigos, nos lo tenemos que contar todo. Si no es así, es que nuestra amistad no se puede considerar como tal”.

La verdad, si para ser amigo de alguien debes de informarle de todos tus movimientos, tal vez el precio que tengas que pagar te resulte demasiado alto. ¿Dónde queda tu libertad para elegir qué compartir y aquella maravillosa faceta personal que sólo conoces tú mismo?

Si hay un tercero, existe amenaza
Obvio, en la dependencia, tres son multitud. Ya sea un nuevo pretendiente que le quite más tiempo de la cuenta a tu amigo o bien algún otro colega con el que quiera compartir sus momentos. Por este motivo, no es de extrañar que muchas amistades basadas en esta dependencia acaben rompiéndose cuando uno de ellos inicia una relación de pareja. O puede que se experimenten desagradables sentimientos de culpa o de temor a perder a tu fiel amigo por estar enamorado y desear aventurarte en una relación que, seguro, te impedirá estar tan disponible como antes.

Si realmente la entrada de un tercero se convierte en una fuente de conflicto, ¿Estás seguro de que los límites personales entre tú y tu amigo estaban bien delimitados? O, más bien, ¿Tu vida y la suya eran primas hermanas?

Existe una clara exclusividad
Imagina que en lugar de planear ese fin de semana con tu querido amigo, lo has hecho con otras personas y encima no le has tenido en cuenta. O aún peor, has informado a otras personas de tus últimas confidencias con anterioridad a tu amigo. Además, te ha presentado a algunas personas de su círculo pero te sientes cohibido a la hora de entablar una relación de amistad con dicha persona porqué parece que “le pertenezca”. Se huele tensión en el ambiente… ¿Te suena alguna de estas historietas?

La amenaza incipiente de que existen otras personas que captan tu atención no es de su agrado y, que no le incluyas en tus planes, lo vive como peligroso y dañino. ¿De verdad compartir una bonita amistad implica que esa persona eclipse toda tu vida social? Si el objetivo de esa amistad es alimentar tu ego y sentirse valioso e indispensable en la vida de alguien, adelante. Si tus intereses no son otros que compartir buenos momentos y confidencias con alguien, te invito a que te replantees el sentido de la amistad.

 Y tú, ¿Has sentido dependencia con alguna amistad?, ¿Qué te lo ha hecho saber?

¡Espero tus opiniones!

Si quieres profundizar sobre el tema…

“Nuestra amistad no es lo que era, ¿qué hago?”

Fuente: este post proviene de Vínculos y Relaciones, donde puedes consultar el contenido original.
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