La caries es una de las enfermedades pandémicas más grave y menos controlada hoy en día sobre todo en la edad infantil. Se trata de una enfermedad contagiosa que depende sobre todo de factores externos como son la edad, la dieta, el entorno, los hábitos de higiene, la cultura, la educación y el nivel socioeconómico, entre otros.
La dieta tiene un papel importante en cuanto a la prevalencia de caries infantil y su relación es directa desde con la alimentación natal del niño.
La prevalencia de caries entre los niños alimentados con leche materna es mucho menor que los que fueron alimentados con biberón en la infancia, ya que los preparados alimenticios infantiles contienen muchos más carbohidratos artificiales y azúcares que la leche materna (además ésta tiene un efecto protector natural) sin contar que también se le suelen administrar zumos azucarados a través del biberón y que en su mayoría tampoco suelen ser de frutas naturales.
Esto no siempre es administrado de forma consciente por los padres, ya que muchos no saben identificar las principales fuentes de azúcar en la dieta de sus hijos ni están al tanto de los llamados “azúcares ocultos” en los alimentos, como los almidonados, y cada vez es menor la edad a la que empezamos a consumirlos. Si corrigiésemos la dieta del niño y la llevásemos hacia un hábito alimenticio más saludable, la prevalencia de caries se reduciría significativamente.
Otro factor de riesgo importante para el desarrollo de la enfermedad es el papel que acoge los estreptococos mutans (SM) ya que estas bacterias tienen mayor prevalencia cuanto más joven sea el niño. Los padres podrían transmitir estos microorganismos a sus hijos a través de la saliva, y además existe una relación directa entre los niveles de SM en la madre y los niveles de SM del bebé incluso antes de la erupción del primer diente, lo que posteriormente aumentará la prevalencia de caries en la dentición temporal.
En cuando al entorno, nos encontramos que en las familias de los niños cuyos padres son fumadores existe mayor prevalencia de caries. Por tanto, el entorno al que se ve expuesto el niño también contribuirá a padecer o no la enfermedad.
Además, el desconocimiento de los padres de los cuidados orales necesarios que deben de administrarles a sus hijos desde una temprana edad así como un nivel socioeconómico familiar bajo, puede aumentar también la prevalencia.
Por todo ello es importante promocionar la prevención de la caries desde la alimentación natal hasta la aparición del primer molar definitivo ya que, si fue recurrente en la dentición temporal y no se corrigieron los factores de riesgos, lo volverá a ser en la dentición permanente y el problema se volverá aún más grave.
Aquí es donde cobra vida el papel del higienista, tanto en la educación dietética infantil hacia los padres como la promoción de los cuidados bucales diarios como el cepillado, la frecuencia de éste, la importancia del uso de pastas fluoradas debido a los beneficios del flúor como protector universal contra la enfermedad, así como el sellado de fosas y fisuras durante las primeras erupciones de dientes permanentes como método preventivo.