Seguro que alguna vez en vuestra vida habéis tenido esa sensación de insensibilidad y hormigueo en los pies después de estar un buen rato en la misma posición. Muchas veces lo asociamos a la circulación sanguínea, y sí, es cierto, pero no es lo único que influye.
Entumecimiento y hormigueo de las extremidades
Es muy frecuente que nos despertemos por la noche y aunque parezca que todo vaya bien de repente notamos que hemos perdido la sensibilidad de un brazo, o de una pierna. Está adormecida, como si todo el cuerpo se hubiera despertado y esa parte en concreto quisiera seguir durmiendo. Nos asustamos y al poco tiempo, nuestra extremidad recupera la movilidad pero lo hace con un hormigueo creciente. ¿Qué es lo que nos pasa en esos momentos?
Para entendernos, usando el lenguaje común diríamos que se nos ha dormido la pierna o brazo (o pies y manos). Los expertos lo llaman parestesia, una alteración temporal de una zona del cuerpo que no provoca ningún tipo de dolor pero sí que se pierde la sensibilidad. Tendemos a relacionarlo con la falta de suministro de sangre en los músculos, pero es más debido a un problema nervioso.
¿Qué puede provocar una parestesia?
La verdad es que existen varias causas que pueden llevarnos a sentir ese entumecimiento y hormigueo tanto en los dedos, manos, brazos, pies o piernas. Aquí tenéis las causas más comunes:
• La más habitual es estar mucho rato en la misma posición, ya sea sentado como estirado.
• Padecer una lesión en algún nervio. Por ejemplo, si se nos lesiona un nervio del cuello podríamos sentir este hormigueo en los brazos o las manos. Si ocurre en una zona más baja de la espalda lo notaríamos en las piernas o pies.
• Que exista una hernia discal y produzca presión sobre los nervios raquídeos.
• Que se ejerza presión sobre los nervios periféricos. Ésto puede ocurrir porque se hayan agrandado los vasos sanguíneos, porque tengamos algún tumor que presione la zona, si tenemos algún tipo de infección o incluso por la presencia de tejido cicatricial.
• Padecer una infección vírica por herpes zóster, o más conocida como culebrilla.
• Si la irrigación sanguínea no es suficiente también puede adormecer la zona. Puede ocurrir en casos de congelación, si se inflama algún vaso sanguíneo o si se endurecen las arterias.
• A veces puede ocurrir por tener unos niveles anómalos de potasio, sodio, vitamina B12 o calcio. Por eso los deportistas suelen tomar potasio en la dieta o como suplemento.
• Productos como el tabaco, el alcohol, el plomo y algunos medicamentos anticancerígenos también pueden dar lugar a parestesias. También la radioterapia.
• Presencia de toxinas en mariscos.
• Ciertas enfermedades como diabetes, migraña, síndrome de túnel carpiano, esclerosis múltiple, hipotiroidismo, fenómeno de Raynaud, accidentes cerebrovasculares, ataque isquémico transitorio o crisis epilépticas.
• Deberíamos saber cuál es la causa para poder tratarlo como es debido. Si se han descartado todas las posibles causas citadas anteriormente (enfermedades o lesiones puntuales), lo más probable es que sea por la falta de movilidad durante un largo periodo de tiempo, que es lo que suele pasar con más frecuencia.
Interrupción en el camino…
Las fibras nerviosas de las extremidades (y del resto del cuerpo) transportan información sensorial, en forma de impulsos electroquímicos, hasta el sistema nervioso central. Si se somete una presión sobre estas fibras, la transmisión de la señal se ve obstaculizada y la información tiene que esforzarse para poder pasar.
Por eso también existe esa sensación de que si nos golpea algo en ese momento sentiremos un choque mecánico pero no tendremos la percepción real del golpe.
Seguir con el camino pese a la interrupción
A veces esta parestesia tan incómoda puede ser causada por la falta de suministro de sangre en ese área. No permite que los nervios reciban el oxígeno necesario y obstaculiza su trabajo, pero la circulación sanguínea es solo una parte de la explicación.
La sensación punzante y de hormigueo cuando pasamos de tener la zona “adormecida” a volver a funcionar con normalidad, se debe a estas fibras nerviosas que aún permanecen confusas por el corte que había habido en su camino. Es como si se estuvieran reubicando, como si volvieran a recuperar la conciencia de donde estaban y hacia donde iban.
Lo mejor es ir cambiando de posición
Al igual que otros mecanismos que se producen de forma automática en el cuerpo humano, la parestesia tiene un propósito protector. Sirve para prevenir la muerte del tejido. Al movernos permitimos la homeostasis (equilibrio interno) del organismo si nos mantenemos mucho tiempo en la misma posición estamos impidiendo que ésto se produzca.
Cuando por alguna razón no cambiamos de posición en un periodo largo de tiempo, el cerebro nota la incomodidad y se activan los sistemas de alerta. Una forma sencilla de revertir este malestar es moverse, cambiar de posición e incluso hacer una pequeña caminata si nos pasa en los pies.
Acudir al médico
• En caso que esta parestesia ocurra en la zona del cuello o la espalda, hay que acudir al médico.
• En caso que se padezcan las enfermedades citadas: diabetes, túnel carpiano… también se debe visitar al médico.
• Si aparecen otros síntomas como pérdida de control de los esfínteres, dificultad en el habla o en la visión, pérdida de conocimiento, confusión, mareos, espasmos, erupción en la piel…
• Si al andar o realizar movimientos el hormigueo no desaparece y empeora también se debe acudir al médico.