La leyenda de Mahaduta
Capítulo 7
Estamos estrechamente relacionados con el resto de seres vivos.
Al día siguiente por la tarde, Pandúfue al monasterio junto a la entrada Oeste de la ciudad. Naradalo recibió en la sala de huéspedes. Después de haber oído al joyero contar lo acontecido en la posada, el monje le dijo:
?Todavía tienes muchas dudas y preferiría no darte la explicación completa de lo que pides, pues no la aceptarías. Tu fe no es tan completa como la del agricultor Devala, así que aún tendrás que pasar más pruebas antes de poder convertirte en un verdadero discípulo de Buda.
?Venerable Maestro del Dharma ?dijo Pandúhumildemente?. Le imploro que me lo explique, pues así podré seguir mejor sus sabios consejos.
?Muy bien ?dijo el monje?. Recuerda lo que te voy a decir y reflexiona bien sobre ello. En el futuro podrás llegar a comprenderlo. Te he explicado ya como todos y cada uno de nosotros crea su propio destino en función de lo que hace. Tu amigo rico, Mallika, por ejemplo, tiene muchas bendiciones, aunque muy poca sabiduría. Cree que la rueda de la fortuna, como él la llama, da vueltas y vueltas misteriosamente. Pero no hay misterio alguno. Su prosperidad y felicidad no tienen nada que ver con ninguna fuerza fuera de sus acciones, palabras y pensamientos. Vida tras vida él es rico y feliz simplemente porque vida tras vida él ha sido amable y generoso. Yo no creo que él hubiese tratado a ningún esclavo del modo en que tú trataste a Mahaduta.
?Es cierto ?dijo Pandú?. Intentó frenarme. Pero yo estaba furioso y no lo escuché.
?Sí ?dijo Naradaasintiendo?.Y no pienses que estás libre de la deuda contraída con Mahadutapor haber hecho que lo apaleasen de un modo tan cruel y sin razón. No pienses que tú estás solo en este mundo, o que tus acciones no tienen consecuencias. Recuerda que tarde o temprano cada una de tus acciones, ya sean buenas o malas, grandes o pequeñas, te será devuelta del mismo modo y en la cantidad exacta. De ahí el dicho: ?Planta legumbres y cosechará legumbres; planta melones y cosechará melones?. La bondad produce cosas buenas, mientras que la maldad trae consigo cosas malas. Trata a todas las criaturas vivas del mismo modo que a ti te gustaría ser tratado. Es verdad que tú no eres distinto del resto. Estás hecho de la misma sustancia básica que el resto de seres vivos; por eso, en cada una de tus acciones y pensamientos, estás relacionado con el resto de seres vivos de un modo incluso más íntimo que la relación que existe entre los órganos de tu cuerpo.
?Si realmente puedes comprender esto en tu corazón ?continuó Narada?, ya no tendrás más deseos de causar daño a otros seres vivos, porque comprenderás que ellos son iguales a tí. Sentirás sus sufrimientos como los tuyos propios, y siempre intentarás ayudarlos. Deja que este verso te sirva de guía:
Aquel que causa daño a otros se daña a sí mismo;
Aquel que ayuda a otros se ayuda a sí mismo aún más.
Para encontrar el Camino puro, el Sendero de Luz,
Abandona la falsedad de que tienes un ego.
Pandúse levantó y se postró tres veces ante el Maestro del Dharma, algo que nunca antes había hecho con nadie. Entonces dijo:
?No olvidaré tus palabras, Maestro del Dharma
Voy a establecer un monasterio en mi ciudad natal Kaushambi, para que la gente de allí tenga la oportunidad de escuchar este Dharma tan maravilloso. Sólo espero que el Maestro del Dharma, con su compasión, me ayude a completar este voto que ahora hago.
Capítulo 8
Aunque Panduestableció el monasterio, él no puso las enseñanzas en práctica.
Los años pasaron y Pandú, el joyero, prosperó. Tomó refugio con Naraday se convirtió en su discípulo, y fue uno de los que dio más donaciones y ofreció protección al monasterio de Kaushambi, que él mismo había ayudado a que Naradafundase. Siempre que podía poner aparte sus negocios, iba a escuchar las lecturas y explicaciones de los Sutras que daba el monje Panthaka, abad del monasterio y discípulo veterano de Narada. Pandúsiempre estaba dispuesto a recibir las instrucciones de Naradacuando éste visitaba la ciudad, pero luego nunca ponía las enseñanzas que oía en práctica. Él pensaba que la cultivación era cosa de monjes, y sus negocios lo mantenían demasiado ocupado.
Capítulo 9
La corona le trae la desgracia a Pandu, y él no puede escapar de su retribución.
Un día, transcurridos seis o siete años desde su primer encuentro con el Venerable Naradaen el camino hacia Varanasi, el taller de Pandúrecibió un encargo muy especial. El rey del país vecino, al otro lado de las montañas, deseaba una nueva corona real. Él había oído hablar de la gran calidad de los productos de joyería de Pandú.
La corona tenía que ser de oro con incrustaciones de las mejores piedras preciosas de toda la India.
Los reyes de la India siempre habían tenido debilidad por las piedras preciosas y Pandúhabía soñado a menudo con convertirse en el joyero oficial de una casa real, pues entonces él tendría asegurada no sólo prosperidad sino también grandes riquezas.
Ahora su oportunidad había llegado.
Pandúdio órdenes de comprar los mejores zafiros, rubíes y diamantes que se pudiesen encontrar. Invirtió la mayor parte de su patrimonio en ellos.
Diseñó y trabajó en la corona él mismo. Después, usando una escolta numerosa de hombres armados para protegerse de los ladrones de las montañas, se dispuso a viajar al país vecino.
Todo estaba bien hasta que llegaron a un estrecho sendero cerca de la cima de la montaña.
Allí un grupo de fieros ladrones descendieron con estrépito sobre la caravana. Aunque la escolta de Pandúera mayor en número, los caballos asustados y el sendero tan estrecho dificultaron la defensa.
En cuestión de minutos, los hombres de Pandúhabían sido desarmados.
Dos hombres sucios y sin afeitar abrieron la puerta del carruaje del joyero, lo sacaron fuera y después de tirarlo al suelo empezaron a golpearlo.
Pandúaguantó los golpes, pensando sólo en la bolsa escondida bajo sus ropas, apretándola contra su pecho. En la bolsa estaba la corona y una colección de piedras preciosas con las que él había planeado tentar a la hija del rey y a la reina.
Capitulo 10
El jefe de los bandidos demanda el pago de la deuda.
?¡Parad un momento! ?se oyó gritar?. Era una voz que Pandúhabía oído antes, aunque al principio no podía recordar de quién era. ?¡Parad de golpearle he dicho!
Pandúabrió sus ojos. Allí delante de él y vestido con pieles de animales y un pañuelo rojo en su cabeza estaba Mahaduta, el esclavo que él había hecho apalear unos años antes. Pandúhabía oído que entre los ladrones de las montañas, el jefe más importante era un antiguo esclavo de Kaushambi. Lo que nunca se le había ocurrido era pensar que fuese su propio esclavo.
?Comprobad que es lo que tiene en su mano derecha ?Mahadutaordenó con firmeza?. Uno de los hombres que le había estado golpeando puso una rodilla en el estómago de Pandúy la otra sobre el brazo separado de su cuerpo, y luego tomó sin mayores problemas la bolsa del joyero.
?Yo guardaré eso. Yo ya he pagado por ello ?dijo Mahaduta?. Tomó la bolsa y la guardó bajo su ropa.
?¿No? Amo ?preguntó a Pandúen un tono cínico y lleno de amargura.
?¿Lo matamos entonces? ?inquirió uno de los ladrones a su jefe.
Mahadutamiró a Pandú, pero en lugar de enfado o miedo, algo que podía haber aumentado su odio, él sólo vio tristeza y resignación en los ojos de su víctima.
Él no sabía que en ese momento Pandúse estaba acordando de las palabras del Venerable Narada, tan claras como si las hubiese oído ayer:
?No pienses que estás libre de la deuda que debes a Mahadutapor haber hecho que lo apaleasen de un modo tan cruel y sin razón. No pienses que tú estás solo en este mundo, o que tus acciones no tienen consecuencias... Si realmente puedes comprender esto en tu corazón, ya no tendrás más deseos de causar daño a otros seres vivos, porque comprenderás que ellos son igual que tú. Sentirás sus sufrimientos como los tuyos propios?. Pandúsuspiró. De repente se dio cuenta que nunca había aceptado las instrucciones de su maestro. Nunca había creído realmente que eran para él, sino para que se las aplicaran a otros. Iba a morir ahora, de un modo violento y antes de su hora, sin la oportunidad de despedirse de su familia. Él había sido el causante de todo, ocurría por su propia culpa.
Ni siquiera una vez se le había pasado por la cabeza el pensar en la suerte de su esclavo Mahaduta. Los sufrimientos que debía haber pasado en las montañas durante los helados días de invierno; la senda del mal que había tomado, llena de desesperación y peligro, en la que Pandúhabía empujado a Mahaduta. Todas esas consideraciones nunca habían cruzado en su mente. Pero ahora había llegado el momento de pagar. Se aclaró la garganta y habló humildemente a Mahaduta: ?Es verdad, tú ya has pagado.
Giró su cabeza y se quedó esperando el siguiente golpe. Para su sorpresa, Mahadutadijo a sus hombres:
?Dejadlo ahí en el suelo. Su carruaje tiene un compartimento secreto bajo el asiento del conductor. Abridlo y encontraréis un cofre lleno de monedas de oro. Las dividiremos en partes iguales. Hoy es un gran día para todos nosotros. Los bandidos saltaron al carruaje con gran excitación. Pero Mahadutano sentía ningún tipo de alegría al llevar a cabo su venganza.
Había pasado muchas mañanas heladas deseando que llegase este momento. Y ahora que por fin había llegado, sentía pesadez y remordimiento, como si estuviese maltratando a un miembro de su propia familia. Se dirigió a sus hombres diciéndoles que parasen de golpear a los hombres de Pandú.
?No matéis a ninguno; preocupaos sólo de coger todo
lo que podáis.
El cofre lleno de oro les sirvió de distracción. Estaba escondido en el sitio exacto donde Mahadutalo había puesto muchas veces en años pasados. El jefe de los ladrones dejó que Pandúy sus hombres abandonasen las montañas y volviesen a Kaushambi. Esa noche, cuando sus cómplices estaban contando el oro y riéndose, Mahadutaescondió la bolsa que había cogido a Pandúen una grieta de su cueva. No volvió a tocarla en mucho tiempo.
Fuente: este post proviene de Blog de CarlosSantana, donde puedes consultar el contenido original.
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