En sánscrito, ashwagandha significa “aroma de caballo”, por el particular olor que desprende.
Está considerada por sus propiedades químicas un adaptógeno, es decir, que se encuentra clasificada en esa lista de plantas que por sus sustancias naturales benefician a la salud en muchos aspectos físicos y psíquicos diferentes.
Es una hierba tradicional india, muy utilizada en la medicina ayurvédica, aunque también utilizada en muchos otros lugares.
Por las propiedades versátiles de la Ashwagandha es cada vez más conocida por aportar grandes beneficios para la salud.
Por una parte aporta vitalidad y por otra tiene propiedades calmantes.
El artículo “Ashwagandha, Propiedades, Beneficios y Contraindicaciones“, destaca sus múltiples propiedades:
Ayuda a limpiar la mente.
Ayuda a concentrarse.
Ayuda en casos de estrés y ansiedad.
Ayuda a conciliar el sueño y así tratar el insomnio.
Ayuda a tratar la astenia, la debilidad y la fatiga en general.
Ayuda a disminuir los niveles de lípidos y azúcares en sangre.
Ayuda en la producción de hormonas tiroideas.
Ayuda a fortalecer el sistema inmunológico.
En la medicina ayurvédica se utiliza como estimulante sexual y para contribuir a la fertilidad.
Puede ayudar a contrarrestar el Alzheimer
Puede ayudar a tratar algunos de los efectos secundarios de la radioterapia.
Sin embargo, hay contraindicaciones de la Ashwagandha que hay que tener en cuenta, y que básicamente es cuando se está con tratamiento farmacológico para aquellas afecciones que se pueden beneficiar de su uso, como depresión, ansiedad, diabetes, hipertensión, insomnio.
Yo llevo utilizando la Ashwagandha ya unos meses, ha sido una época de mucha actividad y estrés, y me ha ayudado bastante a llevarlo bien: he tenido energía, he podido dormir bien, me podía concentrar bien… ; en definitiva, para mi ha sido un gran descubrimiento.