La anorexia es uno de los trastornos mentales más terribles. Las personas que lo sufren tienen distorsionada la percepción de sí mismos. Aspiran a tener una imagen idealizada que nunca llega a hacerse realidad y se convierte en una peligrosa huida hacia ninguna parte.
Aunque sin duda se trata de una patología moderna, enmarcada en el seno de una sociedad capitalista, acomodada y obsesionada por el físico y el peso “perfectos”, Santa Catalina de Sena ya la sufría allá por el siglo XII.
Evidentemente, la obsesión por la perfección, la depresión, la intolerancia a la frustración y, sobre todo, la falta de autoestima son factores determinantes para que aparezca.
No se trata sólo de la frivolidad de una adolescente bella e inteligente que desea ser modelo y deja de comer para ajustarse a los cánones de peso impuestos por la industria de la moda. Va mucho más allá. Es un dolor mucho más profundo, que atañe a la visión global que se tiene sobre uno mismo.
Cuando la patología avanza irremediablemente hacia el deseo de aniquilación, los enfermos se niegan a nutrirse, es decir, se niegan a proporcionar a su organismo las sustancias que necesitan para su conservación y crecimiento. Es el deseo de desaparecer, de no existir.
Pero, si todos somos vulnerables a sufrir algún trastorno mental y, especialmente los adolescentes, pueden caer en la trampa de la anorexia, ¿porqué algunas personas enferman y otras no?
Generalmente, las pacientes son descritas por sus padres como niñas/os perfectos, complacientes y con apariencia de estar especialmente dotados, expertos en observar y gratificar a sus padres. Así, algunos de ellos no fueron preparados para la etapa de separación e individualización de la adolescencia.
Se caracterizan por un correcto comportamiento social, ansiedad, control en la demostración de los afectos. Su carácter tiende a ser rígido. Presentan inseguridad, dependencia afectiva, poca espontaneidad, falta de autonomía, introversión, cierta depresión y tendencia a obsesionarse con las dificultades.
En cuanto a la depresión, es relevante su presentación clínica en la anorexia. Pero lo fundamental a tener en cuenta es que dado que los síntomas de conducta que acompañan a la inanición – no comer – : falta de energía, sueño interrumpido, retracción social, falta de ánimo , dificultad para la concentración, se asemejan en gran medida a los síntomas del trastorno depresivo.
Ante un mundo trastornado, los trastornos mentales están a la orden del día. Pero ¿qué podemos hacer para evitarlos?
Apostar por fortalecer la autoestima de nuestros niños y adolescentes es la vacuna contra muchos desórdenes que anidan en las mentes frágiles. Nuestro cerebro no sólo se nutre de matemáticas, latín o física. También necesita amor, confianza en uno mismo, resilencia, tolerancia a la frustración y tranquilidad para fortalecerse. Posiblemente si está bien alimentado, nunca deseará morir de inanición.
Ser anoréxica significa tener una voz dentro de ti que te recuerda constantemente que no eres suficiente.
Un saludo,
Olivia
Archivado en: ALEGRES REFLEXIONES Tagged: Anorexia