`Til I die.

Seguimos dejando por aquí impresiones de vida sobre lo que estamos pasando en estos días tan duros. Segunda de las entradas. Esta posiblemente no vayamos ni siquiera a hacer pública.

Se entiende y acompaña de la canción «`Til I die» del genio Brian Wilson y los Beach Boys. Una canción muy espiritual que habla abiertamente a la vida y a la muerte. A la vida. Habla sobre nuestra insignificancia y nuestra infinitud.

Estamos viviendo días terribles. Los que me conocéis un mínimo sabéis que no me gusta dar esta imagen tan triste y tan desesperanzada. Yo si me reconozco en esta situación, no me importa admitirlo. Los payasos, los que portamos la insignia del punto rojo también sufrimos, tanto como el que mas. Quizás sea por eso que siempre tenemos la careta del payaso a mano.

La montaña rusa sube y baja, a veces en picado, siempre con brutal violencia y velocidad dentro de un túnel negro que no deja ver nada. Siempre esta irrealidad maldita que nos acompaña. Siempre el bicho, que viaja por el aire, que te puede coger, que te mata. Que esta matando como nunca antes habíamos conocido nada. Antes de esto, hemos temido hasta la parálisis, a mil cosas absurdas. Ahora que tenemos todos los motivos para estar muertos de miedo, con la muerte mas cerca que nunca, apenas puedo creer que lo estemos viviendo con esta parsimonia colectiva de pasatiempos y aprovechamiento.

Me cuesta mirar a mi alrededor sin sentir nausea. Siempre ha sido así. Ya desde joven, siempre me sentía fuera de la fiestas a las que, por la inercia de la juventud, uno estaba invitado.

Revuelto, no queriendo existir, amenazado, avergonzado.

Amo a la gente. Deben ser ese grupo de personas humanas y reales, (no se si el mas o el menos numeroso de todos) las que me hacen creer que la gente merece la pena. Sin embargo cuando al girar la cabeza veo algunas cosas o actitudes de las que están sucediendo estos días, no puedo evitar sentir un completo abatimiento.

Yo no me parezco en nada a ninguno de esos personajes. Quiero dejarlo claro. Ninguno de mis compañeros de profesión, salvo los de MEB y alguno mas, me representa. Eso es quizás, por suerte o por desgracia, donde reside la singularidad de nuestro proyecto. Hay muy pocos compañeros a los que nos parecemos. Haberlos haylos, magníficos y que llenan de orgullo. Pero no la mayoría, que percibo como medio psicópatas. Siempre tuvieron esa impronta, y ni siquiera en estas circunstancias aprenden. Me avergüenzan.

En estos días, estamos comenzando a enfrentar conflictos éticos muy importantes. Se está empezando a decidir, por ejemplo, con quien se priorizan los cuidados vs. dejarles sin ellos. Ni siquiera se si es un algoritmo quien lo decidirá. Historias que hasta ahora pertenecían a la ciencia-ficción.

Cuando no hay recursos, quizás sean las circunstancias las que obligan a tomar ciertas medidas. No puedo juzgar el método, no soy quien. Ni siquiera tengo las respuestas.

De lo que no tengo ninguna duda, es de que, un dia como hoy -en el que esto ya está pasando- es un día de luto. No me lo dice la razón, me lo dice el corazón.

Mucha de la gente a la que atendemos, muchos de estos amigos, están quizás relegados al abandono, sentenciados. Con algunos llevamos años haciendo el milagro de intentar darles un rayito de luz entre la oscuridad mas absoluta. Y puede que esto se vaya por la borda, en estos días.

Ni siquiera pudimos dar el último abrazo, la última ráfaga de besos, el último adiós a nuestra patrona de MEB, nuestra paciente favorita: Mari Carmen. ¿Acaso no es motivo suficiente como para estar de luto? Pues la situación va a seguir así, probablemente empeorando.

Por eso cuando veo a algunos de esos mamarrachos que tengo por compañeros de profesión, que dirigen proyectos, que según ellos se autocalifican como de referencia, y bla, bla, bla publicitando sus medidas vacías de compasión y compromiso, buscando como buitres la autopromoción en estos tiempos convulsos, o anunciando cada gesto que hacen para darse un autobombo, y proyectar una imagen de lo que -por conducta y evidencia- no son, y así un interminable e innovador etcétera de chorradas sin sentido

En estos momentos, mas que nunca, me entran ganas de dejar el oficio.

De irme de la fiesta.

Triste, avergonzado, vacio.

Supongo que cada uno puede hacer lo que quiera, pero ayer, como hoy, y como mañana, los que hacéis todo esto, los que no guardáis ni respeto ni silencio en estas circunstancias no merecéis el privilegio de la compañía de vuestros pacientes, tan solo convertidos en vuestra herramienta para inflar vuestro pobre espíritu lleno de agujeros, vuestra paupérrima moral.

Deberíais sentirlo en vuestras propias carnes.

David.

Video de `Til I die con subtítulos:



Fuente: este post proviene de Blog Rehabilitación Neurológica, donde puedes consultar el contenido original.
¿Vulnera este post tus derechos? Pincha aquí.
Creado:
¿Qué te ha parecido esta idea?
Esta información nunca debe sustituir a la opinión de un médico. Ante cualquier duda, consulta con profesionales.

Esta idea proviene de:

Y estas son sus últimas ideas publicadas:

Recomendamos