Rafa Berrio.

Escribimos sobre esta gran pérdida para el alma de MEB. Muchas de nuestras principales influencias son músicos. De ellos aprendemos y conforman lo que somos y hacemos, a través de su música, mejor que de ninguna otra manera, expresamos nuestro universo interior.

Se nos ha ido Rafita, Berrio. Ya.

Se acabó la crueldad. Ha estado aguantando, como posiblemente nadie -por sus canciones- esperaría. El feroz amante de la vida pura. El vindicador de la excelencia en el vivir. El desilusionado nihilista.

Sé que a merced de la ciencia no estaba del todo agusto, pese a ello, aun pude cruzar unas palabras con el hace un par de días. Lo llevaba con una dignidad, bravura, generosidad, y en definitiva nobleza, tan grande como el personaje que encarnaba. Conocedor de la virulencia de este momento, aun tuvo fuerzas para interesarse principalmente por si mis niños estaban bien, esa era su única preocupación.

En ese cachito de carne estaban todas las fuerzas del mundo, y por encima de todas, la del arte. El si era un artista, pues no todos los que lo ejercen lo son, ni todos los que lo son lo ejercen.

Sobre la calidad de su obra y la virtud de su ejercicio artístico no hay ninguna duda, Berrio está en un nivel inalcanzable para todos aquellos compañeros de generación, si es que las comparaciones en el mundo del arte fueran justas.

Lo que si parece unánime, para todo aquel que lo escucha, se siente tocado por su música -y como no por sus letras- es que no hay nada igual, ni comparable a su lírica. Por eso lloramos, por eso estamos tristes, por eso este vacío en el alma a la que cantaba, y este sentimiento único de orfandad. En sus canciones, sin duda, encontrábamos lo que somos. Por eso te debemos tanto Rafa, por eso -con tu partida- también morimos un poco.

Algunos consuelos quedan, aparte de las canciones. Sabemos que pudiste ejercer con oficio y singular glamour, del artista que eres. Esa genuinidad tuviste. Esa habilidad para -sin grandes épicas y solo en virtud de tu arte y de las buenas compañías- lograrlo. Tanto por aquellas de lo cotidiano -tu Gema- como por las de tus canciones: las putas, yonquis y borrachos que encarnan las verdades de este mundo. Por eso no necesitaste otra cosa, ni escorzo alguno. Simplemente fuiste.

Me quedan -en lo personal- un puñado de muy buenos y gloriosos recuerdos, de momentos compartidos, suficientes, regalados. Se agolpan frente a mi, y no puedo por menos que esbozar una sonrisa. Era Rafa en la distancia corta, el lado amable de sus canciones, la existencia pura, el afecto, la risa fácil y la carcajada abierta, la madre preocupada, el tu primero.

No muere aquel que permanece en el recuerdo.
Morimos todos, vivimos todos.

David S.C. 31 de Marzo, 2020.

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