1. Deberías: Estos pensamientos se detectan cuando usamos el “debo de, deberías, no debería”. Una variante es los Tengo que. Por ejemplo: “debo hacer bien todo, los demás deben aceptarme, “no debería de darme tiempo para mí, “tengo que hacerme cargo de mis hermanos porque soy el mayor y mi madre está ocupada para hacerlo, no debo llorar”.
Son poco saludables porque son totalizantes y no te dan margen a elegir o incluso equivocarte. Y si esto llega a ocurrir, la culpa es el primer efecto negativo en aparecer.
2. Etiquetas: juzgar a alguien o a si mismo por un hecho aislado, “soy un inútil, mi hijo es un fracasado” etc. Las etiquetas pesan, incluso las que pudiéramos considerar positivas pesan cuando se exige a la persona que siempre la cumpla, sin dar margen a los errores.
3. Descartar lo positivo: también se le conoce como visión de túnel, pues nos enfocamos únicamente en lo malo de la realidad, y descartamos lo bueno, que por mínimo que sea, está presente.
Los pensamientos son poderosos cuando les damos ese poder. Si nos atrevemos a dejar de alimentarlos, podemos vivir una vida más tranquila y plena. Recuerda que, con ellos, podemos construir nuestro mundo emocional.