No sé qué quiero en el amor

¿Cómo vas a dar con la persona si todavía crees no saber hacia dónde te diriges?

Da igual el cómo, pero no el dónde.

“Siempre…”, “Estoy harto de…”, “No soporto…”

¿Lo ves? Concentras todas tus energías en la queja. Durante un tiempo prudencial, es terapéutico y en mis sesiones doy un espacio para “vomitar” toda esa rabia, frustración o tristeza que generan las historias fallidas.

Si todavía estás en esta fase, este no es tu artículo.

Si ya has maldecido tu mala suerte a más no poder, sigue leyendo: ¡Te interesa!

 

Además de lo que no quieres, ¿Te has planteado lo que sí?

En ningún caso se puede escoger por descarte. Después de todas nuestras historias fallidas, confeccionamos un potente listado de todo aquello que nos ha dañado y que, no toleraremos ni una vez más en nuestras vidas. Pero esta tendencia únicamente te vuelve rígido mientras intentas protegerte de otro inminente batacazo.

Siento decirte que una de las condiciones para configurar una relación sana es la apertura, la confianza en que no nos van a dañar. Pero cuidado, ¡esto no tiene garantías!

El amor implica exponerse y exponerse puede implicar ser dañado. Pero sin exponerse no se dará una relación plena. ¿Lo tienes claro?

¿Sabías que tus acciones marcan tu voluntad?

¡Estudia lo que haces! Probablemente te niegues a serte sincero. Llevas media vida diciendo que desearías encontrar a alguien con quien emprender un proyecto en común. Pero casualmente, lo único con lo que te encuentras es con una colección de “no posibles parejas”. Si las casualidades no existen, ¿Qué hay en ti que te lleve a esa repetitiva elección de pareja?

Lo mismo ocurre a la inversa. Personas que se definen como absolutamente independientes pero, por cuestiones de “azar”, la vida les ha enjolonado una pareja tras otra sin apenas posibilidad de vivir su plena soltería. Extraño, ¿No crees?

Si haces ese continuo de elecciones, ¿Qué tal si las enumeras, ves qué tienen en común y asumes que eso es realmente lo que quieres?

Acéptalo. Quizás todavía no sea tu momento de emprender un proyecto maduro y estable con alguien. En lugar de convencerte de tu mala fortuna, siéntete poderoso de estar escogiendo relaciones imposibles. Pura adrenalina para el que no quiere vincularse.

Más que preguntarte qué debe tener el otro, pregúntate cómo te gustaría sentirte dentro de aquella historia.

Nos movemos por prototipos y perfilamos de qué manera debería ser aquella persona. El famoso check list, vaya. Olvida la teoría. Quizás creíste toda tu vida que lo tuyo era un trabajo en el que viajar constantemente y sin horarios fijos te iría como anillo al dedo. Pero una vez lo has experimentado, ¡Te das cuenta de que te sienta francamente mal! Todos configuramos nuestra identidad a través de las experiencias. Por eso dicen que viajar solo implica una gran dosis de autoconocimiento. ¿El por qué? Tan sencillo como que te ves expuesto a situaciones que en el día a día no se dan y así, te conoces en todas tus facetas y circunstancias. Y no a nivel teórico, ¡Sino práctico!

“Me encantan las personas extrovertidas y súper activas”. Pero si después de veinte historias fallidas con este prototipo, ves que te sientes saturado por su alto nivel de actividad y con necesidad de mucha más intimidad en pareja… Plantéatelo.

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