Que no me marquen los horarios. Tomar el desayuno a la hora del almuerzo, al sol, repitiendo café largo con leche fría, con las redes sociales poniéndome al día a las 12 de la mañana, cuando ya se oye el chapoteo de las piscinas y mi día habitual llevaría ya cinco o seis horas de actividad.
Que nadie me robe la sonrisa. Dejar los turnos, las incompetencias, el desgaste. No permitir malos modos porque tienes prisa, porque no te entiendo, porque no me entiendes. Que todo mi estrés lo generen las historias de rubias y morenas atropellándose por contarme sus cosas, las COSAS más importantes que debo escuchar.
Definitivamente, necesito vacaciones. Me lo avisa mi nivel de gritos, mi escasa paciencia, mi número de resoplidos por hora, mi casi nula capacidad de empatizar, mi boca llena de “no puedo con la vida”.
Afortunadamente, puedo cumplir pequeños deseos como éste, parar por unos días, volver a poner el polo positivo por encima del negativo.
Vuelvo enseguida. Os leo!!