El caso es que mi principio de martes ¡me tiene un poco enfadada! Y es que así, de buena mañana, bajaba las escaleras de mi edificio y me he encontrado con un vecino muy guapo que tengo. Forzadamente nos ponemos a hablar (yo por las mañanas sólo escribo, no hablo) y la cosa termina en explicarme qué es nutricionista, a lo que yo contesto, por compromiso:
– ¡Tendré que hacerte una visita!
Y el me dice:
– ¡Pues sí! pero contigo será fácil, esos 10 kg que te sobran ¡los quitas en nada!
Perdón????? No quiero adelgazar, no quiero ir a tu consulta y dicho sea de paso, ¡¡¡no quiero verte más!!!
Y no queridos, ¡¡no era por vender sus servicios!! Porque Mr. Shabby venía conmigo y queriendo salvarme (o salvarle…) dijo:
– ¡Yo también tengo que ir!
A lo que el apuesto nutricionista contestó:
– ¿Tu, para qué? ¡¡¡si estás perfecto!!!
Esta anécdota que me tendrá cabreada hasta la hora de comer, no es algo aislado, y esto me hace reflexionar si seré yo la que provoca este tipo de confiados comentarios en las personas, o bien, tengo la mala suerte de toparme con todos los “digo lo que me sale de las pelotas” del mundo.
El caso es que durante el último año, varias personas a las que NO he preguntado me han comentado que me sobran unos kilitos, alguna que otra me ha dicho que debo cortarme el pelo, o incluso operarme la nariz porque chata ¡sería mucho más mona! Aunque el premio se lo lleva el hermano de una amiga, que me dijo algo como… ¿No existe la operación que lime las caderas? ¡Qué pena!
¡Esto para mi vecino!
Y no les culpo por querer verme mejor, pero si por decir algo que nadie ha preguntado, que probablemente ya sepa, y que seguramente esté ahí así, porque me gusta, o porque simplemente lo acepto.
Y me cuestiono… ¿Por qué si uno se acepta y ha sobrevivido sin demasiados traumas a la adolescencia, sigue preocupándonos el qué dirán? Pero… ¡no! ¡No te culpes si estás en el mismo punto que yo! Lo cierto es que no te preocupa el qué dirán, ni el qué pensarán, ¡¡por eso no lo preguntas!!
A lo largo de mi vida, más amigas de las que me gustaría, me han confesado que tienen problemas alimenticios serios, y cuando pienso en ellas y en cómo gestionarán la incontinencia verbal de estos personajes bocazas que nos rodean, me da pavor y ganas de dar un grito a más de un@….
Será que el mundo está dividido entre dos tipos de personas???? Algo como: Los opinadores gratuitos y los que no lo son. Que viene a ser lo mismo que los que les importan los demás o los que no, o los que saben vivir en sociedad o los que no, o los que roban y los que no, o en definitiva los buenos y los malos. Igual se me ha ido un poco… Pero al final ¡¡¡en esa eterna dualidad andamos!!!
Tal y como hoy me ha recordado Michi: “Si no tienes nada agradable que decir, no lo digas”, así que yo, acompañada de mis caderas, mi nariz y mis kilos, me voy a currar ¡bien desahogadita!
¡Feliz día!
Mrs. Shabby
y ahora… ¡SI ME QUERÉIS, SEGUIDME!