Los 4 peores miedos al iniciar una relación

¿Estás conociendo a alguien?

¿Todavía no hay reglas definidas pero si una bonita esperanza de que esto salga adelante?

Echa un ojo a los temores más comunes por los que gran parte de los mortales pasamos al empezar un idilio. ¿Te resultan familiares? 

Miedo a que no sea recíproco
Los inicios son inciertos y a pesar de que no se deba dar nada por entendido, en la primera etapa, ocurre y mucho. ¿Por qué? Sencillamente porqué vamos con pies de plomo intentando descubrir las intenciones del otro y descifrando sus códigos. Puede que sus incesantes llamadas las entiendas como un alto grado de interés hacia ti pero, por el contrario, sus escasas muestras de afecto físico las atribuyas a que no le acabas de llenar. Pero ese es tú código, no el suyo:

“Pero si me dijo que le acompañara a esa boda, eso implica que quiere dar un paso más”. O no, eso es lo que significaría si tú le propusieras lo mismo.

“Ni siquiera me ha dicho que tenía ganas de verme, eso quiere decir que tanto le da”. O no. Eso es lo que tú necesitas que haga para sentirte seguro, no lo que debería hacer si realmente siente amor hacia ti.

A pesar de que los tiempos modernos nos lleven a acelerar las etapas en una relación y a compartir un hogar con alguien a quien no conocemos del todo, la expresión “salir con alguien” se inventó precisamente para conocer, a través de esas salidas, si esa persona era lo suficiente afín a ti como para poder iniciar una relación. Puede que te suene a antiguo, pero esa se trata de una buena fórmula para cerciorarte de si lo que siente por ti está a la altura y, sobretodo, de si te encaja la manera en que te lo demuestra.

Miedo a que baje la llama
Los inicios suelen ser intensos y después de ese alardeo de intensidad, viene un periodo de acomodación en que, ambos miembros de la pareja, regresan a su rutina, vida y espacio propio para hacer posible que la relación se sostenga. ¡Cuidado! En ocasiones, este periodo de acomodación o de “vuelta a la realidad”, se confunde con una disminución de la intensidad y, por consiguiente, aparece el peor de los temores: “¡Se está desencantando!”. Para paliar tu sufrimiento, reclamas el nivel del que gozabais antes y que tu compañer@ no baje la guardia. Pero, ¿Qué ocurre entonces? Que el otro, lejos de ponerse en marcha, siente que no puede dar más, sintiéndose frustrado y confuso ante tus peticiones: “Si todo marcha bien y dice que no es suficiente, ¿Qué hago mal?”.

Una cosa es la pérdida real de interés, ganas e ilusión y la otra el deseo de mantener un espacio personal e intransferible, elemental para poder embarcarte en una relación de pareja sana. ¿En cuál de las opciones te ubicas?

 

Miedo a que no sea lo que tú esperas
Ahora que te estabas haciendo a la idea de vivir, por fin, una bonita historia de amor, te atormenta que ésta no sea lo que esperabas. Si pensaste que sería alguien cariñoso, romántico y con una gran iniciativa, hasta que no desenvuelvas el regalo, no sabrás si lo que sugería el envoltorio es real. Puede que sea o no lo que imaginaste, pero en cualquier caso, la responsabilidad no es del otro por no ofrecerte parte de tu idilio soñado sino tuya, por haber elevado vuestra historia a lo más alto del pedestal. Ahora es tu turno, ¿Te compensa o no lo que hay dentro del vistoso regalo?

 

Miedo a sufrir
Lógico. Exponerte implica poderse dañar pero la única forma de apostar por algo y alguien es corriendo ese riesgo. A menudo, nuestro temor por que la historia salga mal, se acabe y nos dañe, hace que actuemos de forma defensiva, buscando motivos de peso para cargarnos aquello que se está creando: “¡Ves! Ni siquiera me llama, lo mejor será dejarlo aquí.”

Tu instinto animal se encargará de atacar o huir frente a las situaciones que consideres de riesgo. De esta manera, tu escudo protector actuará de forma opuesta a lo que pretendes: en lugar de protegerte, te pondrá en riesgo forzándote a dejar algo que aún no se ha podido desarrollar o bien agrediendo al otro, por ser el “culpable” de tal destrozo. ¿Qué tal si en lugar de huir o perseguir al otro, decides qué es lo que quieres en tu vida?

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