Seguro que te ha pasado muchas veces que te has empecinado en una idea sin querer dar tu brazo a torcer y, cuando has parado un poco y analizado el problema desde otro punto de vista, te has dado cuenta de que no estabas viendo “bien”; pues esa soy yo.
Otras veces soléis poner la excusa del desconocimiento, pero sabéis, intuís y/o sentís que si pusiérais de vuestra parte y os pusiérais a conocer, se evitarían muchos errores y yo no existiría.
Pero aquí viene la tristeza y la grandeza que hay en vuestro interior. Podéis elegir: ver lo que son las cosas o escudaros en miles de explicaciones y armaduras psico-emocionales para no admitir vuestra fragilidad.
Paradójicamente sois vosotros quines sufrís si me matáis, pero no es menos cierto que resucitáis con un brillo de luz especial en la nueva mirada en la que no se me permite entrar.
Deseo morir, pero eres tú quien tiene que asesinarme. Vivo con el pecho al descubierto, mostrando el punto exacto en le que clavar tu puñal, alentándote a hacerlo ya mismo. Este es el único acto criminal valiente que te puedes permitir. ¿Lo ves?
.