Cierto día vino a conversar conmigo un hombre de negocios. Estaba desolado. Profundos surcos en la frente indicaban claramente el resultado de su balance financiero. El desánimo lo había invadido de tal forma que no hallaba ninguna salida para sus negocios.
-Soy un derrotado- me confesó.
-Si usted quiere, subirá nuevamente- le aseguré.
-Ya lo intenté tres veces, y tres veces fracasé.
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