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Jueves reflexivo; dolor y ausencia.

Hoy mi hijo va a tocar con su grupo y tal vez lo hará fenomenal y volverán loco al público, o tal vez todo sea un desastre, pero toque bien o mal mi padre no lo verá.

Ayer mi hija hizo una exposición oral en clase y el profesor la felicitó. Cuando ella me lo dijo yo tuve el impulso de ir a contárselo a mi padre, pero no pude hacerlo.

Y todo porque se fue, nos dejó como siempre vivió, en silencio, sin molestar y evitando toda sonoridad.Cuando recuerdo esos momentos, unas mil veces al día, me veo despidiéndome de él entre risas, era un ingreso sin complicaciones y nos reíamos de un percance que había tenido mi hijo, y pidiéndome unas fotos de cuando mi madre y él eran novios,porque quería enseñársela al compañero de habitación, y al día siguiente, cuando volví todo se precipitó.

Hay un poema de Bécquer que leía de niña, y que en el momento en que me dijeron que no había vuelta atrás, de una manera absurda volvió a mi mente. Os pongo las dos primeras estrofas porque lo tengo aquí, antes me gustaba leerlo.

Cuando me lo contaron sentí el frío
de una hoja de acero en las entrañas,
me apoyé contra el muro, y un instante
la conciencia perdí de donde estaba.
Cayó sobre mi espíritu la noche,
en ira y en piedad se anegó el alma,
¡y entonces comprendí por qué se llora!¡y entonces comprendí por qué se mata.

No quería compartir esto con vosotros, el blog es un lugar para hablar de alegrías, pero esta semana ha sido dura, nos ha dejado mucha gente joven y hoy me he levantado con tanta pena, con tanta, que necesitaba hablar de lo que duele perder a los que quieres antes de tiempo. Y de repente, sin que tu corazón pueda entenderlo.

No hay consuelo para esta pena, pero si hay algo que mitiga un poco mi tristeza es haber podido saber lo querido que era.Yo he acudido a muchos funerales, y he visto de todo, desde luego no son una fiesta y siempre hay pena, pero en el de mi padre vi llorar a gente que jamás había visto llorar. Recuerdo un momento en que en el tanatorio, con la sala llena de gente, se hizo un silencio y solo se oía llorar a la gente.

Él no tenía lazos de sangre con la gente del pueblo de mi madre, y esas personas, cuando fallece alguien de Gijón tienen por costumbre enviar a una o dos personas para representar al pueblo. Al funeral de mi padre, que hice en unas fechas malísimas y casi sin tiempo, vinieron todos, lograron encontrar un minibus y se presentaro allí y no os puedo decir lo que lloré al verlos, y sobretodo al oírles decir que por una persona tan buena todo lo que se hiciera era poco.A pesar del poco tiempo que dimos a la gente se presentaron antiguos vecinos, amigos de la infancia, todos sus compañeros de trabajo, mis cuñados suspendieron un viaje solo para estar conmigo y para despedirse de él, la verdad es que no faltó nadie.

Y en ese momento eso me reconfortó un poco. Pero muy poco, y no puedo dejar de llorar. No volverá a venir a mis cenas especiales, no se reirá de  mis tropiezos y no le dirá a mi hija que le toque canciones para cantarlas.
¿Por qué me tuvo que pasar a mí? ¿Por qué tuve que irme dejando a una persona que se reía y volver algunas horas después a que me entregaran sus cosas en una horrible bolsa de basura?

Este sábado, cuando toda la ciudad se estremecía por la tormenta que nos asolaba yo sentía rabia y dolor al pensar que él está en algún sitio, en la nada, muerto de frío, y yo me he quedado sola.

Y lo peor es que cada vez que empiezo a levantar cabeza me encuentro a alguien que me da el pésame o mi madre recibe la tarjeta sanitaria que le habían perdido y que llevaba dos años reclamando.

Lamento de verdad escribir algo tan triste, hoy quería reflexionar un poco de educación y colegios, que esta semana he leído varios post y es un debate interesante, pero al levantarme y sentir esa ausencia en mi vida me he venido abajo.

Creo que mientras viva no voy a olvidar la cara de mis hijos cuando les dimos la noticia, ellos habían visto que estaba bien y no podían entenderlo. Ni nosotros tampoco.Nadie se imagina lo triste que es ir en un coche a las cinco de la madrugada con otras tres personas, y que ninguna sea capaz de hablar,  y sentir solo suspiros y llanto contenido.

No quería centrar mi reflexión en su marcha, quería recordarle como era, siempre animándome y ayudándome, desviviéndose por sus nietos y participando en todas mis locuras.

Mi padre me dio una infancia absolutamente feliz, nos llevaba a muchos sitios, nos sentaba en sus hombros para ver la cabalgata, nos ayudaba a coger grillos, nos hacía barquitos de madera y nos acompañaba horas y horas en un río mientras mi hermana y yo hacíamos navegar los barquitos.

Recuerdo días de verano en la playa y en el pedrero, riéndonos y jugando, o la vez que se durmió en el cine viendo una reposición de Blancanieves.Mi padre sabía hablar de política, de historia, de cine y de deportes, y tenía muy claras sus opiniones sobre el gobierno, sobre Podemos y sobre lo que estaba pasando.
Nunca faltó a un cumple de sus nietos, ni a un partido, ni a una función escolar, todo lo que ellos hacían le interesaba, y siempre le parecía bien. 

Y precisamente por eso, porque siempre me hizo sentir bien no soy capaz de quitarme la culpa, pienso que debía haber hecho que fuese antes al médico aunque él no me había dicho nada, pienso que tenía que haber pedido un tratamiento más fuerte, tal vez ...hay tantos tal vez.

Y también por eso no puedo dormir, y cuando duermo tengo tantas pesadillas que prefiero estar despierta, y aunque sé que esto se supera, los días se me hacen inusitadamente eternos.

No quiero entristecer a nadie, y estoy segura de que me voy a arrepentir de haber puesto este post, pero como los jueves lo hago sobre la marcha, qué mejor momento que ahora, de repente,  para compartir mi dolor que este, sin pensar.

Que nadie se preocupe que lo superaré, especialmente porque mi padre no habría soportado verme sufrir, lo sé, pero no puedo evitarlo, ahora mismo he tenido que parar varias veces porque estoy llorando y siento un vacío tan grande y una opresión en el pecho que no sé como calmar.

Antes de irme quiero dar las gracias a las cuatro únicas personas de la blogosfera que lo sabían porque me han animado mucho, Eva, Sandry, Inma y Yolanda y un beso enorme para Irene, que sin conocerla le escribí un email un día que estaba muy mal y me ayudó mucho, nunca podré agradecérselo lo bastante.

 Por cierto, es miércoles porque mañana no voy a ser capaz de actualizar.Muchas gracias a todos por aguantar mis penas, y hoy si no os importa no contestaré a los comentarios, ahora mismo no me veo capaz, aunque intentaré leerlos. Si queréis podéis escribir en el  formulario de contacto, que nadie piense que me va a molestar, simplemente es que tengo un mal día.Muchísimas gracias por leerme, y el viernes prometo venir con algo alegre porque como ya os dije el otro día, por mucho que llueva, por muchas tormentas que ahora tenga en mi corazón, aunque ya nada vuelva a ser lo mismo, aunque mi dolor vive acoplado a mí, a pesar de todo, mañana saldrá el sol.
 
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Esta información nunca debe sustituir a la opinión de un médico. Ante cualquier duda, consulta con profesionales.