No quiero desmadejar las fábulas en cada una de las entradas, ni querer explicar un supuesto mensaje que supuestamente haya querido transmitir. La realidad es que como otros relatos, el aprendizaje no está en lo escrito, sino en lo leído.
Está en tus ojos, tu mirada y tu alma la interpretación de esta fábula y de todas las que lleguen a tus manos. Abre la mente, déjate fluir y saborea todos los aromas y sabores que lleguen a través de tus sentidos.
Tristeza y sus amigas
¡Hola! Me llamo Tristeza, y aunque mi nombre suene un poco triste, soy una chica muy alegre. Me encanta bailar, reírme con mis amigas la Penas, la Dolores y Martirio. Las cuatro formamos un grupo muy divertido aunque te pueda parecer lo contrario.
Este fin de semana mismamente hemos salido a bailar y nos lo hemos pasado muy bien. ¡Fíjate que hasta ligamos! Pero solo fueron unos rollos de pocas horas. Yo me lie con un chico que se llamaba Gozo, pero de lo serio que estaba me fui a casa antes de que amaneciera. Mi amiga Dolores acabó en la casa de Alegría, pero también acabó decepcionada por lo vacío que encontró al chico.
En conclusión, hay veces que nos sentimos solas en un mundo abatido y sombrío, por lo que hemos decidido alegrar a todos y para ello hemos creado un invento revolucionario: la máquina de Yo no soy Yo. ¿Que en qué consiste? Pues muy sencillo. Vamos a hacer creer a los demás que están alegres, ¿qué te parece?
A partir de mañana nosotras pasaremos por seres tristes y el resto del mundo luchará por no ser como nosotras, pero ¡ay! en el fondo no quieren reconocer que están tristes; ¡cuando la solución a sus desagraciadas alegrías es reconocer también su naturaleza triste! Esa es la razón por la que mis amigas y yo somos tan felices, porque reconocimos que en el fondo nuestra naturaleza también es Tristeza, Pena, Dolor y Martirio.
Me gustaría comenzar esta serie con el relato Tristeza y sus amigas. Aunque está dirigida principalmente a un público adolescente y juvenil también puede ser disfrutada por adultos.
Tristeza no es lo que aparenta muchas veces. Se puede disfrazar de cabreo, victimismo o incluso de exagerada alegría. Ni la dificultad ni el propósito radican en eliminarla, sino en reconocerla detrás de los diversos disfraces.
A la tristeza la ponemos muchos calificativos y etiquetas. Pero lo habitual es olvidar que está en nosotros, es parte de nuestra alma y de nuestro interior como seres humanos.
Escuchar, aceptar y jugar con la tristeza nos permitirá asumir una parte de nuestra naturaleza más que humana; divina. Nos ayudará a conectar con la inmensidad que todo lo abarca, que a todo da sentido y nos hace divinos.
Carlos Postigo
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