Podríamos hablar de 3 estilos comunicativos que marcarán una gran influencia en nuestras relaciones y en nuestro propio bienestar.
Dependiendo del contexto, de la persona con la que estemos o de nuestro estado de ánimo nuestro estilo comunicativo puede variar; no obstante, todos mantenemos un estilo de comunicación predominante.
¿Sabes cuál es tu estilo predominante al comunicar?
Estilo pasivo:
Cuando comunicamos de manera pasiva no somos capaces de expresar lo que pensamos o sentimos por miedo a las consecuencias. Si lo acabamos diciendo, lo decimos con mucha inseguridad y fácilmente cambiamos nuestro punto de vista si nos encontramos con una oposición por parte del otro.
Has dejado la casa un poco desordenada, quizá si tienes tiempo me puedes ayudar a ordenarla... sólo si tienes tiempo, sino ya lo hago yo, que no me cuesta nada...
¡Hombre no es para tanto!
Vale tranquila ya lo hago yo, no pasa nada...
Este tipo de comunicación tiene una gran ventaja: evitamos los conflictos con los demás. Por ejemplo, evito discusiones con mi pareja si acepto recoger todas las cosas que deja por medio, sin decirle nada.
Por otro lado, debemos tener en cuenta su gran desventaja: acabamos haciendo cosas o aceptando situaciones que no nos gustan. Esto a la larga nos carga, nos genera insatisfacción y frustración. Si seguimos aguantando este tipo de situaciones podemos acabar explotando y la otra persona puede sentirse un poco desconcertada, ya que no conocerá lo disgustados que nos hemos sentido durante mucho tiempo.
A su vez, conlleva la aparición de sentimientos de inseguridad, baja autoestima, frustración...
Estilo agresivo:
La comunicación agresiva es aquella en la que comunico mis pensamientos y sentimientos sin respetar a los demás. Aunque intento defender mis derechos personales, lo hago sin considerar los sentimientos del otro y dejándome llevar por mis emociones o pensamientos del momento (frecuentemente la ira). Puedo expresarme de manera directa (reproches, insultos, comentarios hostiles, miradas, gestos...) o de manera indirecta (comentarios sarcásticos, irónicos, murmurando...).
Ya recojo yo a los niños hoy, no te preocupes que llegaré puntual
¡Si claro, no digas tonterías anda...como que me puedo fiar de ti! Seguro que llegan tarde al fútbol si vas tu a buscarlos. Ya voy yo.
El principal beneficio de este estilo comunicativo suele ser que defiendo mi opinión y mis derechos y generalmente consigo mis objetivos de manera rápida. También me permite una descarga emocional inicial (descargo mi ira) y sentimiento de poder.
En cambio, tiene muchos otros inconvenientes: afecta gravemente mis relaciones, ya que genero sentimientos negativos en los demás. Éstos pueden contestar también de manera agresiva y puedo acabar generando cierto rechazo con la gente que me rodea.
También en ocasiones puedo experimentar el sentimiento de culpa al realizar cierto tipo de comentarios o sentirme insatisfecho por no haber sido capaz de controlarme en determinadas situaciones.
Estilo asertivo:
Cuando comunico de manera asertiva expreso mis sentimientos y pensamientos de manera clara, respetando mis derechos y los de los demás. Escucho al otro con atención, considero su punto de vista y expreso el mío propio.
Pedro, últimamente me siento agobiada cuando llego a casa y veo que aún tenemos que hacer la cena y bañar a nuestro hijo. Entiendo que tú vas muy liado con la faena y que también necesitas un tiempo para relajarte, pero me gustaría que hicieras la cena antes de que yo llegara y así podemos relajarnos juntos cuando acabemos de cenar. Yo me comprometo a fregar los platos por la mañana.
El estilo comunicativo asertivo presenta varias consecuencias positivas:
Ganamos confianza y seguridad con nosotros mismos, al expresar aquello que pensamos y sentimos. Me siento más satisfecho y generalmente expresar de manera asertiva me ayuda a conseguir mis objetivos y mis metas. Si mi meta es que mi pareja colabore más con las tareas de casa, de manera agresiva probablemente conseguiré que se enfade y que responda de manera agresiva también. De manera pasiva, no lograré ningún cambio. Frecuentemente conseguiré mayor aceptación, escucha y colaboración con el otro cuando me comunique de manera asertiva.
Finalmente, también mis relaciones mejoran; al comunicarme de manera más sincera logro que los demás también lo hagan conmigo y nuestra relación es más fluida y respetuosa.
Aunque para un mayor nivel de bienestar con nosotros mismos y con nuestro entorno debemos recurrir de manera frecuente a un estilo de comunicación asertivo, en algún momento también pueden aparecer otros estilos. No nos debemos desesperar si en algún momento lanzo un chillido o no defiendo mis derechos en alguna situación. Lo importante es que sea consciente de esos momentos y analice si mi respuesta comunicativa ha sido efectiva o podría mejorarla en otra ocasión.