La verdad, no sé si me estás entendiendo; te lo explicaré de otra manera más sencilla. Como todos somos Dios, pues yo soy Dios, lo que pasa es que yo me he dado cuenta y tú estás con tus teorías y ejercicios espirituales vacíos que te hacen dar vueltas a la rueda del hámster.
Valórame, date cuenta de lo que soy y de lo que te puedo aportar. Sinceramente, suelo utilizar la excusa de ayudar a los demás para que te des cuenta de lo importante que soy y no dejarme caer en el vacío de la soledad.
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¡Cuidado!, viene mi amo y me quiere asesinar, pero yo soy la de las mil caras, la de las capas de cebolla y las matrioskhas rusas. Me disfrazo de soberbia, humildad, falsa soberbia, falsa humildad, soberbia transmutada en amor y humildad sentida en el ruido del día a día.
¡Yo soy Soberbia! Nacida del y en el hombre e inseparable de su destino en la tierra. Creadora de realidades complacientes y actriz de los infinitos disfraces. Siénteme, tómate una copa conmigo y descubre quién está detrás de todo.
Tu vida se reduce a una cruel pelea entre yo y tu Yo, sin fecha para la batalla final en la que mi amo por fin vencerá al ángel caído; algún día, algún mañana, pero hoy estoy aquí impulsándote a desnudarme y solo encontrar otro disfraz vacuo.
A día de hoy estoy venciendo yo; el día que tú lo hagas, no existirá el oponente que nunca existió.
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