En presencia de cataratas, el cristalino tiende gradualmente a opacificarse: en otras palabras, la luz que atraviesa el cristalino se dispersa, impidiendo que la retina "traduzca" la luz en imágenes nítidas. Las cataratas, por lo tanto, aparecen cuando la lente cristalina pierde su transparencia con una marcada reducción de su capacidad visual, ya sea debido a traumatismos, vejez, radiación solar o patologías metabólicas. Es una enfermedad grave que, si no se trata desde los primeros síntomas, puede causar ceguera permanente.
Causas y factores de riesgo
La mayoría de las cataratas ocurren como resultado de lesiones en el cristalino. Para evitar malentendidos, conviene precisar que la "lesión" de la que estamos hablando no debe entenderse únicamente como un traumatismo físico o mecánico a nivel del cristalino: la edad avanzada, por ejemplo, implica cambios fisiológicos que afectan al cristalino, haciéndolo menos flexible y menos transparente. Como resultado, los cambios relacionados con la edad también pueden afectar negativamente al ojo, lo que dificulta el enfoque en las imágenes.
Además del envejecimiento, se han identificado otros factores de riesgo para el desarrollo de cataratas:
- Toma de corticosteroides durante el embarazo (catarata congénita)
- Deficiencia de yodo (factor de riesgo de catarata asumido y no demostrado)
- Diabetes Mellitus
- Exposición a radiaciones ionizantes
- Exposición a UV y rayos X
- Deshidratación grave y crisis diarreicas crónicas
- Galactosemia
- Infecciones de la madre durante el embarazo (posible causa de catarata congénita)
- Lesión física en el ojo
- Preparación genética
- Sexo femenino
- Fumar / alcoholismo (posibles factores agravantes)