Llevo mi mochila a la espalda.
En ella puedes encontrar de todo:
Juguetes perdidos de mis hijos, dejados allí un día, quizás de vuelta del parque hace ya algunos años.
Juegos infantiles compartidos con mis hermanos.
Gamberradas inocentes que ahora suscitan una sonrisa.
Vivencias dolorosas que la vida me ha ido regalando,
Enfermedades superadas, traiciones inesperadas, situaciones duras que me tocó vivir.
Momentos felices en los que creí tocar el cielo con los dedos.
Errores cometidos que al recordarlos me hacen sonrojar. Aciertos que me motivaron a seguir adelante. Personas con las que aprendi, disfruté, sufrí.
¡ Tantas cosas hay ya en mi mochila! ¡Tantas que a veces pesa!
Quizás haya llegado el momento de aligerarla, de sacar todo lo que pese, de hacer sitio para todo lo que aún tengo que meter en ella.
Y tengo que hacerlo con alegría, con determinación,con la certeza que hay cosas que ya no me sirven y otras que pesan demasiado y hacen que mi camino se haga lento.
¡ Tengo aún tanto camino por delante! y tengo que recorrerlo con paso agil, con mente clara, con espacio para nuevas cosas.
¿Y tú?
¿Cómo tienes tu mochila?
¿Pesa mucho? ¿te hace caminar lento?
Te invito a que eches un vistazo a lo que tienes en ella y a que comiences a desprenderte de aquello que no te sirva para seguir tu camino con alegría, con agilidad, con esperanza.
¡Vacía tu mochila de todo lo que lastre tu viaje!
Caminemos ligeros de equipaje, como decía el poeta.
