Hay muchas personas que no pueden tomar determinados alimentos. Ya sea por molestias gastrointestinales, alergias u otro tipo de enfermedades, las intolerancias alimenticias son un aspecto de nuestra nutrición que debemos controlar. El caso más extremo viene de la mano de trastornos como la diabetes o la celiaquía, afecciones que precisan de un diagnóstico médico y de un tratamiento ajustado de por vida.
En el caso de la celiaquía, el componente prohibido es el gluten, una proteína que está presente en algunos cereales y que, desafortunadamente para los que la padecen, es habitual en la mayor parte de productos prefabricados. No obstante, con un poco de cuidado, estas personas pueden sobrellevar perfectamente su enfermedad sin riesgos mayores.
Una enfermedad hereditaria
Para Blanca Esteban Luna, responsable del servicio de dietética de la Asociación de Celiacos de Madrid (ACM), la enfermedad celiaca se define como "una intolerancia permanente al gluten, proteína presente en el trigo, la cebada, el centeno, la avena y el triticale". Según explica la experta, este elemento hace que "individuos predispuestos genéticamente, puedan padecer una lesión de gravedad en el intestino delgado que provoca una inadecuada absorción de los nutrientes, con unas repercusiones clínicas y funcionales bastante importantes".
Teniendo esto en cuenta, parece ser que los factores genéticos y hereditarios son determinantes, aunque también está asociada a otras enfermedades como la diabetes, las afecciones de tiroides o el síndrome de down. Esteban Luna afirma que puede afectar a uno de cada 100 nacidos vivos en España y Europa, por lo que se conforma como "el trastorno crónico intestinal más frecuente en nuestro país".
A dieta
Al ser una enfermedad crónica, necesita de una dieta que excluya completamente el gluten de la alimentación. Es lo primero que se lleva a cabo tras el diagnóstico. No obstante, éste puede ser dificultoso, y habrá que prestar especial atención si, tal y como advierte la especialista, se presentan de manera constante algunos de estos síntomas: "pérdida de apetito y de peso, diarrea crónica, distensión abdominal, alteraciones del carácter y retraso del crecimiento en el niño".
Precisamente, que haya un retraso en el diagnóstico de la enfermedad, y por tanto una ausencia de tratamiento, puede hacer que se presenten los primeros inconvenientes. La experta enumera como posibles complicaciones "malnutrición, depresiones psíquicas, infertilidad masculina y femenina, abortos, osteoporosis y mayor riesgo de padecer determinados tipos de cáncer".
Puesto que el gluten es el causante de este trastorno, la única solución viable es prescindir de él y seguir una dieta estricta. "Ésta debe basarse, fundamentalmente, en alimentos naturales y frescos que no contienen gluten: leche, carnes, pescados, huevos, frutas, verduras, legumbres y cereales permitidos como el maíz, arroz, mijo y sorgo, combinándolos entre sí de forma variada y equilibrada", puntualiza Blanca Esteban Luna.
Normalizando su vida
Aunque a priori no parezca fácil prescindir de, por ejemplo, un cereal tan básico como el trigo, esto no es lo que genera más problemas a la hora de establecer la alimentación de un celiaco. A pesar de que se ha avanzado mucho en la legislación sobre la elaboración de los productos manufacturados, desde la asociación madrileña denuncian que la mayor parte de los alimentos que portan la etiqueta "puede contener trazas de..." o que aseguran no contener gluten, no son totalmente seguros, ya que "esta normativa no se aplica a la posible contaminación cruzada, ni a supuestos residuos accidentales".
Es por esta razón que la nutrición de un celiaco se ve muy mermada y raramente pueden acceder a comer en restaurantes o a consumir productos empaquetados que han sido manipulados en fábricas. La dietista, para mejorar la calidad de vida de estas personas, incide en la necesidad de una legislación más exhaustiva y por supuesto, de una "mayor información a la ciudadanía en general para diagnosticar cuanto antes la enfermedad".
Asimismo, la especialista también destaca que estos pacientes están claramente en desventaja con respecto al resto de la población, ya que mantener una dieta equilibrada y variada no siempre es factible, por el "elevado precio que alcanzan los productos aptos para celiacos". La cuestión radica en un sacrificio personal del enfermo, pero también de una mayor colaboración de las autoridades para que éstos perciban los perjuicios de su enfermedad de la manera más rebajada posible.