No obstante, todo tiene su lugar oscuro tal y como lo dice su nombre: la parte negra del viernes, y es precisamente el llegar a sentir los vacíos que deja lo material y la ineficacia de las cosas que acumulamos.
¿Cómo somos al comprar?
Muchos estudios relatan que una persona puede sentirse abrumada por los agentes externos y sentir la “necesidad” de cubrir la ansiedad con objetos palpables. En otras palabras, cuando compramos y compramos sin razón, hay algo que queremos ocultar con lo que llevamos a casa.
Pero hay muchas incidencias realmente interesantes y que se relacionan directamente con el Black Friday, y es que este es solo una estrategia de marketing basada en la psicología, con la cual se “obliga” a la persona, a poner su mirada en un producto que puede (o no) necesitar y mostrarle un precio tan “patético” (en el buen sentido), que la persona se exija a sí misma a no dejar pasar la oportunidad.
El consumismo y la pérdida de valores
Para nadie es un secreto que una parte determinante de nuestra sociedad es lo que puedas lograr o tener: te piden que tengas un mejor trabajo, que estudies y que luego de estudiar vayas a la mejor empresa de tu sector, que crees tu propio negocio, que tengas a quien mandar, que acumules una casa, un apartamento y un coche último modelo y solo cuando lo logres, podrás figurar en los conjuntos o equipos o comunidades de prestigio que te ofrecen más de lo mismo.
Es este mismo consumismo, el cual, desde el punto de vista de la psicología y el derecho, son los responsables de que cada día hayan más presiones e insatisfacciones con lo que somos y lo que parecemos ante el mundo. Vivir un Black Friday es una oportunidad para muchos de adquirir lo estrictamente necesario y detenerse cuando se haya conseguido y la necesidad haya sido cubierta, más sin embargo el mismo Black Friday que para unos es una oportunidad, para otros es una compulsión.
Las compras compulsivas
es necesario tener en cuenta que comprar no tiene nada de malo cuando lo haces por una razón que esté surtida de argumentos. No obstante hay ocasiones en las cuales lo único que venden las marcas es una imagen de la persona que compra, como un retrato, verás:
Existen varios análisis que dan cuenta de que una persona compulsiva puede comprar más de un artículo necesario, por el valor que refleja en él o ella. Por ejemplo: un hombre que es citado constantemente para realizar notas de prensa sobre artículos de tecnología de punta, siente que debe llevar consigo esa misma tecnología de punta de la que habla en sus escritos. Así mismo una persona caracterizada por tener puestos de mando y control sobre los demás, querrá siempre un producto de marcas costosas como Apple, que una referencia similar o al menos con la misma utilidad de una marca poco conocida.
Las compras compulsivas hacen, en efecto, que el Black Friday sea una buena opción para los comercios y que el flujo de caja aumente en las empresas de una manera impresionante, gracias a que no hay límites y siempre se estará concurriendo a nuevos métodos para seducir al consumidor y hacerle llevar más de lo que necesita, causándole una satisfacción temporal y aumentando los ánimos de seguir en la misma tónica.