Como un patito feoacoso escolar y violencia de género



¡¡Hola artefiliáticos!!

Ni en vacaciones desconecto del blog…. bueno, con la entrada de hoy me he inspirado en el cuento del patito feo, que seguro que la mayoría de nosotros conocemos de que se trata. Probablemente, una gran parte de nosotros nos hemos sentido así, como fuera de lugar, que no encajamos en el lugar donde nos encontramos, nos sentimos discriminados, apartados, diferentes, en fin, sensaciones con diferentes connotaciones que no son agradables y cómodas precisamente, pero suelen estar a pie del día, llegando por desgracia a ser sensaciones rutinarias en nuestras vidas.



En contadas ocasiones nos hemos sentido tan fuera de lugar que hemos decidido aislarnos en nosotros mismos, refugiarnos en nuestra propia persona, debido a que creemos y pensamos que es la única que nos comprende, la única que no nos hará daño, pasando por alto que a veces, nosotros, los seres humanos nos convertimos en nuestros propios enemigos. A veces pensamos que la soledad es necesaria, y quizá lo sea, siempre y cuando no nos hunda más, siempre y cuando sea constructiva, productiva, abriendo un rincón y un intervalo de tiempo de reflexión respecto a las cosas que dependen de nosotros y de las que no dependen, un paréntesis, un “click” en nuestra vida para decirnos: “¡Oye!, las cosas no están funcionando bien, para, piensa y reflexiona que podemos hacer ahora respecto a esta situación que nos ahoga”.



Quizá, algunos de nosotros conocemos casos de acoso, laboral, escolar etc, por desgracia hay de diferentes tipos presentando consecuencias realmente similares en terminología, pero en función de la persona la intensidad varía, me gustaría en esta entrada centrarme en el acoso/maltrato escolar porque es el que conozco y quizá en el que mejor me pueda defender a la hora de enfrentarme a esta entrada, que sí artefiliáticos, sigo teniendo las mismas sensaciones respecto al folio en blanco y la tapadera de la presentación de mi plato creativo.

Muchas de las personas que han y hemos padecido esta situación poco agradable y cómoda, nos hemos sentido pequeños, distintos, diferentes, en fin, fuera de lugar, intentando encajar una pieza de puzzle que no es propia de ese puzzle que estamos intentando montar. No sólo nos hemos sentido así en presencia de los estímulos que nos provocan respuestas de sufrimiento, dolor y miedo, si no también cuando estos estímulos no están presentes, no hablo de horas, si no quizá también de meses y años, un claro ejemplo sería el caso de una mujer maltratada físicamente por su marido (o al revés que también hay casos) y que la sentencia judicial de éste haya sido X tiempo en el centro penitenciario correspondiente, a pesar de ello, y de no estar presente el estímulo, la mujer sale por la calle con las mismas respuestas de miedo, huida, sufrimiento e inhibición que ante la presencia de su marido y quizá esa sea una de las peores consecuencias de dichas situaciones, quiero recordar que hablo desde la opinión personal, puede que esté equivocada en algunas cosas que digo.



Ante estas cosas, situaciones y emociones pasadas tendemos a revisar el pasado con tristeza, dando la espalda al presente y al futuro que está por venir, nos quedamos anclados en ese puerto pasado, donde ya hemos realizado nuestro cometido, donde ya ha acabado nuestra misión, no podemos hacer más nada porque hemos hecho todo lo que está en nuestras manos en ese instante pasado, no lo podemos cambiar, porque ya hemos hecho todo lo que teníamos que hacer en su momento, que es vivir esa experiencia, ahora nos toca actuar en las emociones y sentimientos que actualmente nos afloran debido a esas sensaciones, las dificultades actuales que presentamos y sentimos respecto a nuestro pasado, en eso si podemos actuar, en nosotros mismos, pero es algo difícil y complicado, sólo lo sabemos nosotros, la solución está en nosotros, pero no sabemos donde y como empezar a buscarla.



Ante estas complicaciones y dificultades encontradas, en algunas ocasiones muchas personas y quizá algunos de nosotros, hemos pensado en el abandono, la evasión, huir del problema, de nuestro pasado, pero caemos en el error que podemos conseguirlo, vive con nosotros, está inmerso en nosotros, y huir de nuestro pasado es huir de nosotros mismos ¿y qué es lo que está en nosotros?, la solución a dicho problema….



Es complicado como ya os he mencionado anteriormente, pero huir y lamentarse son billetes de tren y autobús que nos alejan de nuestro destino, es complicado el cambio de perspectiva, el alzar el pecho y los hombros mirando hacia el frente, hacia el presente con visión de futuro, es complicado cuando llevamos tiempo mirando hacia atrás, recordando nuestras heridas del maltrato y del acoso, mirando hacia atrás la mujer maltratada por si aparece su marido, el estímulo aversivo que le provoca una respuesta de huida, sufrimiento y miedo, o en algunos casos inhibición y bloqueo.



Es interesante y relevante compartir nuestras experiencias, nuestras emociones y nuestros miedos por más que cueste, no con cualquiera porque pueden llegar a ser situaciones realmente intimas, y hay cosas que cada uno de nosotros sabe que deben permanecer por ahora con nosotros mismos, nosotros conocemos las razones objetivas del motivo de que algunas situaciones si deben ser compartidas y otras no. Cuando conseguimos expulsar nuestro pasado, poco a poco, nos duele porque empezamos ya a ver el presente de frente, no le damos la espalda, los cambios a veces son dolorosos, pero a veces ese giro nos permite contemplar un paisaje realmente hermoso, no es lo mismo ver una puesta de sol de espaldas, que de frente, y esas sensaciones pueden llegar a ser generalizables en este tipo de perspectivas.



Nuestro sueño es encontrar nuestro lugar, sentirnos igual que el resto, no fuera de lugar, encajar, no sentirnos discriminados, pensamos que el sentirnos bien está relacionado con las personas que consideramos que son iguales a nosotros, en ocasiones, eso no es así, podemos sentirnos bien con las personas que nos han hecho sentir diferentes, que no encajábamos, todo porque nosotros mismos hemos conseguido el cambio de sentirnos igual a pesar de que el entorno sea diferente o por lo menos así lo pensamos nosotros.



Anhelamos una situación de armonía con nosotros, en el que los miedos, las emociones, los deseos vivan en convivencia, son diferentes, o por lo menos en la mayoría de las veces el deseo y el miedo son así, diferentes, a veces coinciden, pero pensemos que no, no son iguales, y sin embargo pueden llegar a convivir, porque lo que dependía de nosotros, lo hemos conseguido, una paz interna.



Y será entonces cuando hayamos conseguido nuestra paz interna cuando realmente consigamos ser diferentes y no nos duela, no nos sintamos fuera de lugar, si no que a pesar de ser así, encajamos con el resto, encajamos con nuestra vida, sintiendo emociones y sensaciones de armonía entre nuestro corazón y nuestro entorno.

Hasta luego avión del miedo

Fuente: este post proviene de Diario De Una Terapeuta, donde puedes consultar el contenido original.
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