Claves para superar el orgullo insano

¿Mi orgullo es insano?

Según la RAE, el orgullo es un exceso de estimación propia. Recurriendo a lo simple, el término exceso implica que algo sobra y que, por lo tanto, no es adecuado.

¿Pero orgullo no es algo así como autoestima?

La autoestima es la valoración positiva de uno mismo: como te quieres, se te nota desde fuera, aun sin pretenderlo.

En cambio, el orgullo recorre el camino inverso: Como no estoy seguro de que los demás me respeten, me tengan la consideración suficiente o me quieran, necesito hacérselo ver ya que, cuando ellos me reconozcan, luego lo haré yo.

De esta manera, el orgullo siempre implica construirse a través de la mirada del otro.

Visto así, ¿no te parece que el comportamiento del vanidoso arrogante, encajaría mejor en una definición como Falta de estimación propia?

Te propongo unas breves preguntas para desmontar tus esquemas sobre tu faceta orgullosa:

1.    ¿Necesitas demostrar algo?

¿Qué es lo primero que te viene a la cabeza cuando sientes que alguien se esmera en mostrarte reiteradamente todo lo maravilloso que le rodea? ¿Conoces el sabido refrán de Dime de que presumes y te diré de qué careces?

Te explica lo fantástica que es su pareja, cuelga constantemente en redes fotos de sus maravillosos momentos, comidas y viajes junto a sus estupendos amigos y te cuenta el extraordinario máster y trabajo que ocupan su día a día. Intuyes que le hace feliz que estés al corriente de sus logros. Pero, ¿por qué necesita mostrar más que saborear esos instantes de vida? Precisamente porqué su gasolina no carbura hacia dentro sino hacia fuera.

Cuando todavía somos niños y no hemos elaborado nuestro propio autoconcepto, asumimos como verdades universales todo aquello que nos dicen acerca de nosotros nuestros referentes.  ¿A caso has oído a algún niño decir que es feo?

Conforme crecemos, nuestra autoestima coge forma y más allá de lo que piensen o digan de nosotros, tenemos un eje más o menos sólido y estable que  impide que cualquier mirada desafortunada, comentario o actitud hiriente nos haga dudar de nosotros y nos derrumbe. Por este motivo, podríamos definir el orgullo como la inmadurez que caracteriza a los niños cuando todavía no se han formado emocionalmente.

Si necesitas demostrarle que:

·      no te importa

·      no le requieres en tu vida

·      sin él/ella eres igual o más feliz

·      estás por encima de todo lo que pasó

·      que no moverás ficha y

·      que tienes la razón

… ¡sigue leyendo!

2.    ¿Cuál es tu objetivo?

Si quiere algo, ya vendrá, Yo no debo dar el primer paso, No considero que haya hecho nada mal…

Por favor, sé sincero, al menos contigo mismo.

a)    ¿Te da exactamente igual ese rifirrafe con esa persona?

Si fuera un sí, descansarías en paz.

Si fuera un no rotundo, no te sentirías herido.

b)   ¿Quieres que esa persona siga en tu vida?

Si la respuesta fuera un No lo sé, tienes una conversación pendiente para aclarar puntos de vista y ver cómo te sientes.

Si la respuesta fuera un ¡No!, no te hubieras enzarzado en una lucha de poder en cuyo reglamento, el primero en dar el paso reconoce la razón del otro.

Sigamos… ¿Qué pretendes?

a)    Que lo pague

Estás en tu derecho pero es incompatible con estar en paz contigo mismo o con arreglar las cosas.

b)   Que se dé cuenta de lo que ha hecho

Puedes darle de su propia medicina pero, además del gran desgaste moral que te supondrá, puede que ni siquiera así logres tu objetivo. Quizás es más rápido comentarle abiertamente lo que te hiere para que, en próximas ocasiones, pueda actuar en consecuencia.

c)    Arreglar las cosas

Te propongo que uses la vía directa, diálogo abierto y sin tapujos: Me gustaría verte y hablar sobre lo que pasó, me siento mal estando así contigo.

3.    ¿Quién empieza? El más cuerdo, ¡siempre!

Partamos de una aclaración fundamental: tomar la iniciativa en dialogar sobre el tema con el fin de llegar a acuerdos y reparar malos entendidos no implica en ningún caso ofrecer la razón al otro o colocarse en la categoría de perdedor.  Al contrario, implica tirar los guantes de boxeo en la cancha de juego para:

a)    Quedarse en paz

Después de una discusión o malentendido, es fundamental poder aclarar, desde la calma y alejados del cerebro primitivo que gobernó tus instintos en aquel momento, el conflicto. Pase lo que pase, habréis aclarado la información que mal interpretasteis, podréis rectificar lo que no hicisteis bien y diluir aquella incómoda tensión. Si no es así, podrás corroborar que el que pensabas tu amigo, debe permanecer fuera de tu círculo.

Apresurarte en mantener esa conversación pendiente, como ves, no sólo está enfocado a no perder al otro, sino a no perder tu calma y tranquilidad, un acto tan tremendamente egoísta como sano.

b)   Arreglar las cosas

Recuerda, el que gana, es el que logra estar en paz consigo mismo. Así que si para lograrlo debes encauzar esa relación buscando acuerdos en vez de culpables, obviamente fuera de la cancha, sírvete tú mismo.

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