ANTHONY DE MELLO - CÓMO NOS CONTROLA LA SOCIEDAD

Sobre Anthony de Mello y algunas de sus enseñanzas

Anthony de Mello (India 1931- Nueva York 1987) fue un maestro espiritual, jesuita, psicoterapeuta y narrador de cuentos e historias.

Muy interesado en distintas religiones asiáticas y de Medio Oriente, toma de estas corrientes la importancia de representar la sabiduría en relatos breves, paradójicos.

Entiende que esa antigua forma de transmisión tan presente también en lo zen y el sufismo, lejos de ser una didáctica caduca, era muy necesaria para seguir confrontando a las personas con su búsqueda espiritual.

Lamentablemente, pero sin asombro, vemos que hasta el día de hoy la iglesia católica se pregunta si hay que leerlo o no, optando en la mayoría de los casos por la negativa.

Como lo mejor es conocer, para saber si aceptamos o no algo, quería mostrarles su mirada sobre lo que él llama la droga con la cual nos controla la sociedad.

Desde niños la sociedad nos da una droga llamada aprobación, aprecio, éxito, ser novedosos y originales, aceptación, popularidad.

“Una vez que tomaste la droga, la sociedad puede controlarte. Los tentáculos de la sociedad te agarraron y te convertiste en un robot”.

Y expresa cómo se funciona en modo robot, con dos botones básicos, por ej. Aprecio y Crítica, según cuál nos toquen nos elevamos llenos de alegría o nos deprimimos y angustiamos mecánicamente.

Lo tenemos automatizado como un reflejo.

Y como contrapartida, al que presionó aprecio o halago lo consideramos bárbaro y al que nos criticó lo detestamos.

“¡Nos afecta tanto! ¡Nos controla tan fácilmente!

Cuando dependes de eso tienes miedo de cometer algún error, que alguien se ría de ti.

Y si te equivocas o eres rechazado, el sentimiento es de vacío y soledad.

Y en consecuencia te arrastras pidiendo la droga: Aprobación, Aceptación, Sentirse identificado.




¿Cuál es el resultado de tomar esa droga? Perdemos nuestra habilidad de amar. Porque ya no podemos ver a un ser humano. Estás tan pendiente si te aprecian o no, aceptan o no, que los ves como una amenaza a tu droga.




¿Cómo puedes amar lo que ni siquiera puedes ver?




¿Quieres liberarte de la droga?

Debes arrancar esos tentáculos que llegaron hasta los huesos mediante la observación de lo que te están haciendo.

Si lo logras todo será igual pero tú habrás salido.

Estarás en el mundo pero no serás del mundo”.




Nos dice que al principio es horrible, aterrador, como si a un drogadicto en período de abstinencia le quisiéramos seducir con que disfrute de una rica comida o salida en vez de su droga. Le parecerá inconcebible.

“¿Cómo se sale de eso?

Tienes que enfrentar ese terror, tienes que entender el estado en que estás.

Un terrible estado porque no puedes vivir sin las personas, eso te lleva a una inmensa soledad.

Y cuando estás con personas estás con esa tensión.

¿Quieres amar a las personas?

Tienes que morir a las personas, a tu necesidad de personas.




Sé paciente contigo mismo como hay que serlo con un adicto, y llama a la droga por su nombre. Es un estimulante artificial.




No estás acostumbrado a estar solo que no es lo mismo que la soledad.

Ésta implica extrañar a las personas, el estar solos significa no necesitar a nadie.




Propongo una meditación. Piensa en alguien de quien necesitas su aprobación, necesitas su aceptación desesperadamente y trata de ver que delante de esa persona has perdido tu libertad. Inténtalo.




Piensa en alguien que creas necesitar para aliviar tu soledad, y entiende cómo delante de esa persona has perdido la libertad.

No puedes ser tú mismo.




Disfrutar a las personas pero no necesitarlas.




Y te darás cuenta que de repente ese desierto se quiebra por el amor.

Y hay una melodía en tu corazón y siempre es primavera”.