Amo luego existo

Sentir su amor era como flotar sobre las nubes, esa sensación de estar suspendido en el aire y ser más sutil que el viento. Para eso vive el ser humano, para esos pequeños infinitos de amor eterno. Recuerdo que en una película le preguntaban a una estrella que cómo podía pasar tanto tiempo mirándonos, viendo como nos destruíamos y odiábamos, pero la estrella contestaba que todo valía la pena al ver la forma en que amábamos, en que podíamos expresar afecto y ternura por otro ser humano. Somos seres capaces de destruir pero somos con mayor capacidad para amar; para construir lazos irrompibles y alianzas que potencian nuestra capacidad de SER. De realmente ser más allá de lo que dice la cabeza, dice la sociedad. Ser lo que no se dice y no se piensa: la alegría que existe en todo lo viviente y nos conecta con lo REAL. El principito decía que lo esencial es invisible para los ojos, pero es visible a través de la mirada del alma que ama sin condiciones y cree en la felicidad y el bien que sigue para todos los seres humanos de la tierra, porque no somos sin los otros, si no damos y nos damos por completo, para amar y ser amados y cumplir una necesidad básica existencial: existir. Amo, luego existo.