4 ideas para dejar de controlarlo todo

¿Te empeñas en tener a todos bajo control?

¿Cuánto más insistes en controlarlos, más se te descontrolan?

La necesidad imperiosa de control nace del miedo. Miedo a perder esa amistad, a que esa persona te falle, a que esa relación se rompa, a que los demás no te acepten o a que te hieran.

De forma ilusoria, has creado un escudo protector: Si lo tengo bajo control, no ocurrirá aquello que tanto temo.

Pero, ¿de verdad estás a salvo con tu arsenal de artimañas?

Te dejo motivos de peso para que en lugar de controlar, te abandones al descontrol.

1.    Porque el control es incontrolable

Cuando el avión va a aterrizar, contraes todo tu cuerpo, como si lo apretaras, para protegerte del improbable impacto. ¿Has intentado hacer justo lo contrario? Déjate caer del todo en la butaca, dejando tu tono muscular por los suelos. ¡Te sorprenderás sintiéndote mejor así!

El miedo emocional aumenta en la medida en que intentas protegerte de él. Si algo no lo puedes retener, suéltalo.

Soltar aquello que te tensa es aceptar que lo que puedan hacer, sentir o pensar los demás escapa de tu control. Doloroso es recibir por parte del otro aquello que no deseas. Insufrible es pretender evitarlo, con o sin éxito, una y otra vez.

2.    Porque no estás en el lugar que quieres, estás en el lugar que crees que evitará lo que no quieres.

Voy a la fiesta porque hace siglos que no me ven el pelo…

Iré con él porque a saber qué hace sino…

¿Te suenan?

Más que planes apetitosos, parecen algo más sacrificado que ir a trabajar un lunes por la mañana. ¿Realmente deseas estar allí?

Estás tan ofuscado intentando evitar aquello que tanto temes, que ni siquiera estás dirigiendo tu atención a aquello que sí quieres. Las ansias de pertenecer y pertenecer a toda costa hacen que pierdas de vista lo más importante y hacia dónde deberías dirigir todos tus esfuerzos.

Cambia el ¡Quiero pertenecer! por el ¿Quiero pertenecer?.

3.    Porque el control es insaciable

¿Cuándo tendrás bastante? ¿Cuántas pistas serán suficientes para hacerte creer que el entorno en el que estás es seguro? Nunca e infinitas.

Después de calmarte sabiendo que sí que te han incluido en ese plan, puede que averigües que en anteriores no lo hicieron o que sientas que esas miradas cómplices no las comparten contigo.

O puede que te reconforten sus muestras de afecto de ayer por la noche pero que te haga sospechar su actitud distante de esta mañana.

Las relaciones fluctúan de un momento a otro y en ocasiones de forma imprevisible. No te sientas afortunado por la aparente tranquilidad que te aporta ese efímero control, en unas horas puede volver a descontrolarse.

El control no se alimenta con pruebas sino con confianza.

4.    Porque la gracia es que fluya, no evitar que no fluya

¿Realmente deseas un grupo de amigos en el que no eres criticado por estar presente o una pareja que te sea fiel por revisarle el teléfono cada día?

Obviamente, deseas saber que ese grupo de amigos y ese novio/a no te fallarán porque así lo sienten, no por los mil artificios para evitar que así sea.

Cambia el evitar por el permitir. Si contraes tus manos para mantener en ellas la arena de la playa, ¡se te escapará! Si las relajas, te quedarás con la cantidad que te corresponda.

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