El problema es que nos la hemos creído. Hemos creído que SOMOS esto o aquello, que somos católicos, o musulmanes, o europeos, o franceses...
Somos seres humanos, con una mente, un espíritu y un corazón, que nacieron en determinada zona geográfica dotada de un nombre. Pero ser de un país, es una ilusión, una ilusión creada por un hombre y sus defectos, su defecto que divide, separa y destruye la unión. Lo que Dios crea, que nunca lo separe el hombre, se refiere justo a esto?porque separar el mundo? Es cierto que es práctico, pero no es nuestra identidad. Recuerdo ahora cuando conoci a aquel hombre en Marrakech, que no tenía una nación, que lo hace, ?menos persona que cualquiera de nosotros que puede llamarse de una nacionalidad? ?que pasa cuando esa ilusión se rompe, cuando ya no puede sostenerse esa mentira, y una guerra, una catástrofe, rompe nuestra ilusión de ciudadanos de tal o cual país. Entonces sí entraremos en crisis de identidad, pero para quitarse las mentiras y revelarse la verdad, de quienes realmente somos: almas, con un cuerpo prestado y un pasaporte temporal.
El problema no es si invadimos un país o no, aunque los medios son cuestionables, evidentemente hay que también ser realistas: vivimos en un mundo físico. Pero lo que no solemos mirar es que ésta realidad física que hoy vivimos es consecuencia de una realidad más profunda que hemos construido, el de nuestras ideas, prejuicios, miedos y rencores. Y es más fuerte y más poderoso que lo que se ve: guerras o muertos, pero menos evidente.
Es fácil lavarse las manos de la responsabilidad y justificar acciones bélicas. Pero no es lo que estábamos haciendo antes? Odiar, criticar, prejuiciar, Aceptar el odio y la guerra? No fue algo que creamos antes y ahora vemos los efectos que no queremos? Y por eso, aparenta ser mas justificable? El peligro esta en quedarse con algo que parece obvio para todos, y aunque nos equivocamos, no hay peor peligro que creerse lo que se vende como verdad, sin intentar averiguarla por uno mismo, porque ser ignorante también es cómplice de la destrucción y la separación.
Por eso al justificar, nos escondemos detrás de nuestras acciones, y decimos que invadimos porque somos fuertes, no, invadimos porque tenemos miedo, y no sabemos hacer algo mejor, pero nos mentimos. Somos como niños que todavía creen que la violencia no genera mas violencia, sino que la debilita, y no tiene nada de malo, pero hay que saberlo, es nuestra realidad.
Desconocemos las verdaderas intenciones detrás de nuestras acciones, ?porque actuar entonces? Porque está mal, porque hay que detener a aquél que está en ignorancia evidente, pero no por el ego del país, no por defender, no por vengar, no por arreglar, sólo por detener. Porque aunque todos somos como niños, hay más niños que otros, y el que se da cuenta le corresponde detener, por el bien del mundo, detener y detenerse. Para después, voltear a mirar y decir, ?qué hemos hecho mal? En dónde nosotros hemos fallado, porque donde hay un aire de injusticia, hay soberbia oculta; no queremos ver.
Y yo, hoy, me siento pequeña, indefensa, porque tengo muchas preguntas y pocas respuestas, porque veo lo mucho que me equivoco y lo mucho que me falta por entender, lo poco que me conozco y conozco la realidad de la que formó parte, y que estoy creando día con día. porque sé que el mundo necesita de nosotros y estamos muy ocupados creyendo que sabemos para escuchar o abrir los ojos y sólo mirar. Me duele todo lo que está pasando en el mundo pero lo que más me duele es que podamos vivir tan cegados y que esto no sirva más que para distraernos, y terminemos haciendo lo que siempre hemos hecho, lo que finalmente, nos trajo a este punto como humanidad...