Cada vez que se nos presenta una oportunidad para ser más felices que antes, se pasa por un estadio de cierta incomodidad, hay incertidumbre momentánea por lo que hay que dejar atrás, y por algo con lo que solíamos identificarnos, la razón, la justicia...
Hay que renunciar a ella, ya te digo, si quieres ser más feliz y más pacífico de lo que eres hoy tienes que cambiar. No hay opción. Yo solía confundir el término de felicidad y lo que ello implicaba, pero es que claro, una cosa es ser feliz en el grado que se tiene y ante las cosas que se sabe ser feliz. Y otra cosa es aprender a ser más feliz, cambiar, agrandar y ampliar nuestra capacidad de ver y de amar. Eso, no está en la zona de confort.
Si quieres ser feliz, haz las cosas que amas hacer por el bienestar que te provoca hacerlas, por el simple amor al trabajo y nada más. Renuncia a mirar a tu alrededor. Renuncia a buscar aprobación, renuncia a las alabanzas.
Si quieres ser feliz, no busques tener la razón, busca conocer el momento para hablar con silencio. Experimenta lo que se siente no tener respuestas, y no tener interés en ganar, sino en conocer.
Si quieres ser feliz, suelta el rechazo, es imposible intentar lastimar a otros sin lastimarte en el camino. Aún el más mínimo sarcasmo es un arma con filo en ambos extremos, el creador no puede desconocer su creación.
Si quieres ser feliz supera aquello que temes, da pequeños pasos que te lleven a donde quieras ir. El miedo forma parte del inconsciente colectivo de la humanidad, todos tenemos miedo, pero la única forma en que no gana, es no sintiéndolo, o actuando a pesar de él.
Renuncia al dolor, al cansancio, a la queja....
Ser más feliz, es aceptar el reto de ser valiente. Es cambiar, y el cambio, nunca es fácil si se hace de verdad, debo reconceptualizar que me hace ser; la armonía antes que la razón, la tolerancia antes que mi justicia. Pero amaremos nuestra nueva forma de ser, porque nunca antes hubiéramos podido ser tan libres de aquello que no nos pertenecía: la lucha y la identificación con el ego.