El Mago



Vi el Hombre.

Su figura iba de la tierra al cielo y estaba vestido con un manto púrpura. Se paraba profundamente en el follaje y en las flores y su cabeza, sobre la que estaba la banda cefálica de un iniciado, pereciendo desaparecer misteriosamente en el infinito.

Ante él sobre un cubo en forma de altar estaban cuatro símbolos de magia– el cetro, la copa, la espada y el pantáculo.

 

Tenía su brazo derecho apuntando hacia el cielo, su izquierdo hacia la tierra. Bajo su manto lucía una túnica blanca entallada con una serpiente mordiéndose la cola.

Su cara estaba luminosa y serena y cuando sus ojos encontraron los míos, sentí que me decía los más íntimos recesos de mi alma. Me vi a mí mismo reflejado en él como en un espejo y sus ojos parecían mirar sobre mí.

 

Y escuché una voz diciendo:

–“¡Mira, este el Gran Mago! Con sus manos él une el cielo y la tierra, y los cuatro elementos que forman el mundo son controlados por él.

Los cuatro símbolos ante él son las cuatro letras del Nombre de Dios, los signos de los cuatro elementos, fuego, agua, aire, tierra”.

Tiemblo ante la profundidad de los misterios. Conmovido escucho las palabras escucho que parecen ser arrojadas por el mismo Gran mago, y fue como en pensamiento que él habló en mí.

Estaba en una profunda trepidación y en ese momento siento que no había nada ante mi excepto el cielo azul, pero dentro de mí una ventana abierta a través de la cual podía ver cosas

sublimes y escuchar palabras sublimes

 

P. D. Ouspensky

Filosofía de ocultismo en figuras y números

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