Tantas preguntas inundaban mi cabeza. No sabía ni por donde empezar, tenía tantas ganas de decirles que podían hacer lo que quisieran con su vida, que aquello que creían imposible no era verdad, que no tenían que rebelarse, que no tenían que vivir "atrapadas", ni por su cultura, ni por su educación, ni estrato económico, que eran niñas llenas de vida... Aún, pude ver que era ese momento, esa edad en la que no puedes dejar de soñar pero estas luchando contra tu realidad, una realidad que te acorrala porque le crees. Y entendí, porque luego de mayores vamos enfadados, amargados, echando broncas... Porque en nuestro momento clave no fuimos rescatados, ni por alguien más ni por nosotros mismos, porque en ese momento es más fácil recordar quienes somos. Bastaría con que alguien nos dijera, nunca olvides sonreír, nunca cierres tu corazón. Es la clave para ser feliz en esta vida, pese a lo que haya pasado, pese a lo que exista, la verdadera realidad es la que vive en nuestro corazón: amor o amargura.
Me quede con tantas ganas de decirles algo.... Pero supongo que hay cosas que no es necesario decir. Basta un poco de bondad de una persona para reconectar con la bondad del mundo. No es necesario predicar, basta con actuar.