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Para ambas revisiones del TAC y la resonancia magnética el paciente debe tumbarse en una camilla e introducirse en un tunel cilíndrico relativamente estrecho. La diferencia es que en la resonancia magnética el tubo es un gran imán electro-magnético que permite tomar imágenes del interior del cuerpo al someterle a un campo magnético. En un TAC, las imágenes son tomadas por medio de un haz de rayos X que realiza un movimiento circular que rodea la zona que se quiere investigar (múltiples radiografías desde múltiples ángulos).
Otra de las diferencias entre el TAC y la resonancia magnética es que con el TAC se puede reconstruir en tres dimensiones la zona explorada, lo que es muy útil a la hora de planificar una cirugía y está a la orden del día para localizar y tratar tumores. También se emplea para detectar hemorragias cerebrales, aneurismas, heridas internas, lesiones óseas o enfermedades pulmonares. Con la resonancia se puede ver todo aquello que no sea óseo y a lo que no se llega simplemente con radiografías: tejidos musculares, ligamentos, meniscos, tendones, rotura de fibras...
El proceso de toma de imágenes es lento, alrededor de media hora para el TAC y más de hora y media en las resonancias (pero siempre depende de cada caso), por lo que el paciente debe aguantar quieto todo el rato para que la calidad de las imágenes sea la máxima posible.
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A priori, la radiación del TAC no es lo suficientemente grande como para que sea perjudicial y el riesgo de padecer cánceres y tumores en la zona radiografiada es muy pequeño. No obstante, sí que podría ser peligrosa para los fetos, por lo que a las mujeres embarazadas no se las somete a estos exámenes.
De la resonancia magnética, al ser una prueba más moderna, todavía se desconocen cuáles pueden ser sus efectos a largo plazo, pero no hay signos de que puedan haber consecuencias negativas. De todos modos, tampoco se aplican sobre las embarazadas por prevención. Los que con toda seguridad no pueden someterse a una resonancia son los pacientes que tengan marcapasos o cualquier implante o resto metálico.
Hay que decir que en la mayoría de las ocasiones, una complementa a la otra y los diagnósticos se ven beneficiados al interpretarse conjuntamente el resultado de cada una de ellas. Por lo que pese a tratarse de dos técnicas distintas, suelen ir de la mano.
¿Te has sometido a alguna de estas pruebas alguna vez?
Texto de Pablo Girón
Fuentes: Archivo.abc.com.py; Nlm.nih.gov; Netdoctor.es y Nlm.nih. gov