Hoy hablaremos del FOMO u obsesión por Internet y las consecuencias, de todas las nuevas aplicaciones y tecnologías que usamos a través de la red hacen que, siempre que no se les dé un bueno uso, aparezcan nuevas enfermedades que ya son fenómenos en nuestro tiempo.
Qué es el FOMO u obsesión por Internet.
El FOMO (Fear of Missing Out) o la obsesión por internet es perderse algo de lo que está sucediendo en la red es un ejemplo claro. Según la psicológa Amaya Terrón, una persona sufre FOMO cuando “siente miedo o temor a estar desconectado de su vida virtual. Cuando su dependencia a Internet es evidente; por ejemplo, sintiendo ansiedad cuando pasa cierto tiempo sin estar conectado, teniendo ideas recurrentes de estar perdiéndose algo”.
Cuando perdemos el control, o existe un deterioro de nuestra vida social o calidad de vida en general por estar enganchados, cuando a pesar de ser conscientes del daño seguimos conectados y negamos que el problema exista porque no somos capaces de pararlo somos susceptibles a sufrir el síndrome de abstinencia y por esto podemos asumir que tenemos dependencia, somos adictos a Internet y como base puede existir ese miedo a perderse algo o FOMO, añade la experta.
En cuanto al tipo de persona más propensa a sufrir esta “obsesión”, Amaya opina que “en principio podríamos pensar que una persona con rasgos introvertidos puede ser mas propensa a engancharse a redes sociales porque esto le ayuda a socializar mejor, ya que no tiene que enfrentarse cara a cara, pero lo cierto es que no se encuentran diferencias significativas entre las personas enganchadas a Internet o redes sociales con lo que respecta a este rasgo de personalidad”.
Síntomas
Los síntomas de esta nueva patología son claros:
Sentirse desplazado o con ansiedad en caso de olvidarse el smartphone en casa.
Pensar que cuando tenga alguna reunión o evento, por ejemplo, se va a encontrar nuevas actualizaciones y alertas y esta sea una motivación para acortar el tiempo de estas.
Comprobar Facebook cada cierto tiempo, por ejemplo cada 30 minutos, y si se deja de hacer invade una sensación de perderse la diversión o la realidad de lo que pasa en sus círculos.
No pasar más de cinco minutos desde que se encuentra un aviso de actividad y se revisa.
No poder salir de vacaciones sin asegurarse de que va a haber wifi en el lugar de destino.
Pensar que no recibir “me gustas” es un síntoma de que algo no va bien con las amistades.
Tener primero, en la pantalla del teléfono móvil, los iconos de redes sociales antes que otros importantes para facilitar su accesibilidad.
Tener una vida social virtual más rica que en persona. A la persona se le da mejor comunicarse mediante las redes sociales que cara a cara, llegando a preferir reforzadores virtuales que gestos personales.
Pasar más horas navegando por redes sociales, buscando reforzadores y viendo los eventos externos que hablando con familiares y amigos.
Lo primero que hace nada más levantarse es mirar las alertas que por la noche se han generado. Y lo último antes de acostarse es asegurarse de que no hay alertas sin descubrir.
Para evitar esta adicción, la psicóloga Amaya Terrón, recomienda: “desconectar Internet durante la noche, durante las comidas, desayunos, cenas y más si estamos acompañados, debemos intentar pasar más tiempo conectados realmente que virtualmente”.
Agradecimientos: Amaya Terrón, psicóloga y fundadora de Psicología Amaya Terrón.
Imágenes (por orden de aparición): itupictures/Flickr, Ministerio TIC Colombia/Flickr y pabak sarkar/Flickr.
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