Tercera ola de Covid-19: Efectos Psicológicos


TERCERA OLA DE COVID-19: EFECTOS PSICOLÓGICOS

Nos encontramos inmersos en la tercera ola de la pandemia del coronavirus cuya trasmisión está siendo el doble de rápida que en la segunda y está teniendo graves consecuencias en la salud mental de las personas.

Muchas de ellas están experimentando síntomas psicológicos tales como: estados de ánimo cambiantes, cansancio, nerviosismo y hartazgo. U otros más graves como: trastornos de estrés postraumático, trastornos de pánico, depresión, altos niveles de estrés y tendencias suicidas.

¿A qué colectivos está afectando la tercera ola del coronavirus?

Uno de los colectivos más afectados son los trabajadores sanitarios, que están experimentando la llamada fatiga pandémica; ataques de pánico, estrés postraumático, depresión y abuso de sustancias unido a desmotivación, hipervigilancia y cansancio excesivo.

Otros grupos de mayor riesgo son embarazadas, mayores y niños, éstos últimos pueden experimentar ansiedad al ver que un familiar fallece o debe recibir tratamiento psicológico. En otros colectivos como las familias, presentan riesgo de desarrollar trastornos psicológicos por las consecuencias económicas, unidos a la falta de libertad por el aislamiento y la ausencia de contacto físico y/o social.

La avalancha de casos que se están registrando en esta tercera ola comparten efectos secundarios muy graves que afectan a la salud mental y neurológica de los pacientes.

“Estudios demuestran que prácticamente una de cada cinco personas que ha sufrido la enfermedad es diagnosticada de algún trastorno psicológico que no había sufrido antes”.

Con la pandemia han aumentado mucho las consultas centradas en la ansiedad y se observa un mayor consumo de tóxicos con finalidad relajante.

Estamos tristes por la pérdida de seres queridos, pero también por las múltiples pérdidas y renuncias que hemos experimentado en los últimos meses y proyectos vitales frustrados, a los que se les suma la preocupación y la desesperanza ante el futuro.

Todos éstos cambios han generado trastornos adaptativos que de una manera u otra nos desestabilizan. Y entre esos trastornos además de la ansiedad, engloba cuadros depresivos, miedos, dificultades para dormir y alteraciones del humor que no se corresponden con el con el comportamiento habitual de las personas.

“El Covid-19 es un factor estresante muy importante que incide en la vulnerabilidad de las personas y nos vuelve más frágiles e inseguros”

Dentro de los colectivos más afectados por ésta tercera ola, cabe hacer especial mención a los “Centennials”, a los nacidos a partir de 1996. Una generación que está en proceso de desarrollo y aprendizaje en mitad de una pandemia. Los niños están creciendo en un entorno de menor socialización, siendo las pantallas las protagonistas de sus vidas.

“Tres de cada diez menores han sufrido falta de concentración, irritabilidad, mal humor o agresividad en éste tiempo”

En lo referente al ámbito personal las áreas más afectadas han sido las relaciones sociales, la educación y la actividad física. Los menores van a hacer peor gestión de sus emociones con más mal humor en sus vidas y agresividad. 

Problemas de sueño, depresión, pérdida o aumento de peso y baja autoestima son los cambios psicológicos que se están produciendo durante la pandemia.

Un comportamiento muy común en adolescentes es llevarse los dispositivos a la cama y quedarse horas chateando. Los niños de ahora prefieren cambiar las actividades de ocio del “mundo real” por una pantalla. Las horas de sueño son sagradas por consiguiente recomiendo a los padres que las pantallas deben estar fuera de las habitaciones de los niños y deben evitarse una hora antes de irse a dormir. El cuento debe ser leído o inventado, evitando que sea a través de las pantallas.

El aumento de éste consumo puede llevar a una dependencia digital unido a comportamientos peligrosos como el aislamiento. Pudiendo conllevar problemas de apego inseguro, baja autoestima, ansiedad y tendencias autolesivas.

Los más pequeños deben aprender a gestionar sus emociones y una de las formas de conseguirlo es dejar que las experimenten. Cada vez es más común que los padres recurran a los dispositivos cuando el menor se aburre, está triste o nervioso. Por ello enseñar a convivir con las pantallas forma parte de la paternidad responsable.

¿Cuándo debemos dar la voz de alarma? Cuando veamos:

1.-Un cambio en sus rutinas.

2.-En su rendimiento académico.

3.-Cambios de humor.

4.-Irritabilidad y/o mal comportamiento.

Frente a ésta pérdida de “estímulos positivos” de socialización como consecuencia de la digitalización de la enseñanza, se está perdiendo el concepto de equipo y de compañerismo. De ésta forma los jóvenes van a ser más individualistas.

El método más eficaz para que los menores adopten una conducta más saludable frente a la era digital es la de predicar con el ejemplo. Por ello hago un llamamiento a los padres de éstos niños para que se den cuenta de que los menores no tienen el mismo nivel de conciencia que podría tener un adulto frente a los peligros que supone el poder adictivo de internet.

A modo de conclusión, insisto en pasar tiempo juntos en familia lejos de las pantallas, con el objetivo de fomentar la comunicación y las relaciones sociales.

¿Cómo se debe gestionar el estrés postraumático y la ansiedad por la Covid-19?

A continuación, enumero una serie de pautas psicológicas para tratar de reducir la ansiedad y el estrés postraumático.

1.-Identifica tus emociones, y ponles nombre a esos pensamientos negativos, “lo que siento es rabia, dolor, indefensión”

2.-Aceptarlas sin culpabilizarte por sentirlas.

3.-Contarlas, liberarte de ellas. Verbalizarlas.

4.-Abandona estrategias erróneas de evitación, a través del consumo excesivo de sustancias

5.-No olvide cuidar necesidades básicas, sueño, apetito y descanso.

6.-Fomentar el autocuidado. Es decir, fomentar aquellas conductas que nos proporcionen algún tipo de cuidado físico o psicológico, así como aquellas que nos proporcionen placer o alivio de tensión. Debemos volver a nuestras antiguas costumbres: Establecer horarios semanales, realización de alguna actividad placentera o afición, rutina de ejercicio físico.

7.-Practica la relajación y la respiración abdominal, para controlar los síntomas de la hiperventilación psicológica, como palpitaciones, falta de aire, o la irritabilidad.

8.-Intenta buscar algo positivo que hayas descubierto entre tanto dolor, lo útil que hayas podido ser para otros, la solidaridad de los demás, lo que has sido capaz de soportar

Si a pesar de seguir todas éstas pautas no consigues mejorar tu salud mental, la ansiedad y la tristeza invaden tú día a día, busca ayuda de un profesional. En PsicoAbreu contamos con una amplia gama de profesionales especializados que podrán ayudarte a resolver tus problemas psicológicos.

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