El vuelo del halcón
Un gran regalo
Un rey muy importante, que contaba con muchos súbditos, organizaba cada año por el aniversario de su entronización un gran banquete, con manjares de países lejanos y todo tipo de bailes y adornos. Los invitados se sentían muy agradecidos por poder asistir y ofrecían regalos al rey para contentarlo.
Uno de dichos invitados recordó que, hacía tiempo, el rey había hecho un comentario sobre lo majestuosos que le parecían los halcones. Entonces, decidió buscar el favor del rey presentándole dos polluelos de halcón, los más hermosos que encontró.
El rey se llevó una gran alegría al verlos y agradeció el regalo, lo cual hizo que este súbdito se enorgulleciera delante de los otros invitados.
El rey ordenó que acudiera el maestro de cetrería para que desde ese momento comenzara a entrenar a los polluelos y así poder verlos volar cuantos antes.
Pasó el tiempo y un buen día el rey, impaciente, quiso ver el progreso que llevaban. Mientras se acercaba al campo de entrenamiento vio a un pequeño halcón volando muy alto y se alegró en gran medida.
Felicitó al maestro cetrero por el gran trabajo que había realizado y preguntó:
—¿Dónde está el otro? Quiero verlo. Era el más grande, seguro que vuela el doble de alto, y también era el más bonito.
—Siento mucho decírselo, Majestad, pero el otro no he conseguido que se aleje de su rama.
—¿En todos estos meses? ¿Tengo que buscar otro maestro?
—Conseguiré que vuele pero necesito tiempo, a lo mejor es eso lo que necesita el halcón.
El rey le dio un plazo para que volara, pero una vez transcurrido el halcón seguía sin alejarse de la rama.
Todos los sirvientes veían al rey muy molesto por esta circunstancia y ensalzaban las características del otro halcón, hasta un punto en que eran tantos y tan exagerados los elogios que el rey sospechaba que le mentían.
Uno de ellos era el súbito que le había regalado los pequeños halcones y tenía miedo de que el rey estuviera enfadado con él. Entonces, buscó ayuda.
Piden ayuda a un sabio
Llevó a la corte a otros expertos, pero todos fracasaron. Hasta que un día, desesperado, pidió ayuda a un sabio, más que nada para desahogarse:
—¿Qué puedo hacer? He caído en desgracia ante el rey. ¿Debo regalarle otro halcón o celebrar un banquete para que me perdone?
—Tranquilo. No sé mucho de aves, pero sí conozco a los humanos, y si pudiera aprovechar este conocimiento, haré que el halcón vuele.
Y lo hizo.
El rey se alegró al ver a los dos halcones volando y preguntó quién lo había conseguido. Cuando le contestaron que un sabio, lo llamó a su presencia para conocerle.
—Dígame, buen hombre, ¿cómo lo hizo? ¿Cómo echó a volar esa cría que jamás se había alejado de su rama?
—Simplemente corté la rama. El ave se dio cuenta de que tenía alas y echó a volar.
Puedes ayudar a los demás siendo su rama. Pero ten cuidado, puede que llegue un día en que estarás dificultando su vuelo y la forma de ayudarles sea cortar la rama.
La pregunta de los aprendices al maestro
Con este cerramos la Parte VI de los cuentos cortos para pensar, y ahora verás por qué va lo ponemos en este lugar:
Un maestro les solía contar muchos cuentos a los aprendices que le buscaban. Luego se quedaba en silencio durante un largo rato para que todos meditaran.
Uno de esos jóvenes preguntó un día:
—Maestro, ¿por qué usas continuamente los cuentos para enseñarnos, pero jamás nos los explicas? Algunos son fáciles de entender y otros no.
A lo que respondió el maestro:
—¿A vosotros os gustaría que os ofreciera fruta y la masticara antes de dárosla?
Comparte si te ha gustado y pásate por otros cuentos cortos para pensar y reflexionar:
EL AGUA CLARA + LUZ E INTELIGENCIA
EL VALOR DE LAS COSAS
EL DESAFÍO + CONCIENCIA TRANQUILA
LA GRULLA Y EL CANGREJO
MÉTODOS NO CONVENCIONALES DE BUDA
¿Te han gustado estos dos cuentos cortos para pensar? Si es así, también pueden gustarles a tus amigos. ¡Compártelos con ellos! Y síguenos en Facebook, Twitter y Pinterest! ¡Muchas gracias! Namaste.
.