Esta enfermedad es una de las grandes epidemias del siglo XXI, una de las más crudas para familiares y amigos de los afectados. Conviene tener en cuenta la información que recojo en este post para intentar prevenir o detectar sus etapas iniciales y tomar medidas lo antes posible.
1. Prevención
El cerebro es uno de los grandes desconocidos, quedan muchas cuestiones por descifrar; sin embargo, investigaciones relativas al alzheimer han conseguido grandes avances y sí han podido establecer cierta relación entre algunas prácticas y una disminución de la probabilidad de padecer esta horrenda enfermedad, o por lo menos retrasar su aparición.
El nexo entre enfermedades cardiovasculares y cerebro es clave. La hipertensión, la diabetes, la obesidad o el colesterol, patologías íntimamente relacionadas con estilos de vida poco saludables, podrían potenciar el alzheimer, según un interesante artículo publicado por el diario El Mundo en 2014. Dieta sana, peso adecuado, actividad física y alejarse del alcohol o el tabaco son algunos de los hábitos preventivos a tener muy en cuenta.
Activar tu cuerpo, activará tu mente. La importancia del ejercicio va más allá de conseguir un peso adecuado o el cuerpo deseado (aunque también estos puntos tienen su cabida y consideración). La actividad física reduce notablemente las demencias (entre las que se encuentra el alzheimer). No tengáis miedo al deporte, existen muchísimas alternativas, y tan ejercicio es el running como salir a dar un paseo, bailar, hacer yoga, pilates... Simplemente tenemos que escoger entre los que mejor se adapten a nuestra condición física y preferencias. Porque cuidarse también es divertido y, ya sabéis, 'mens sana in corpore sano'.
Aunque los efectos de la alimentación sobre el alzheimer no han sido objeto clave de estudio, algunos científicos han podido demostrar que ciertos alimentos, como las manzanas, las fresas, las zanahorias, los cítricos, el brócoli, las calabazas, las uvas, los tomates, los pescados y las legumbres albergan propiedades tremendamente beneficiosas y protectoras contra la demencia, la senectud y, sobre todo, el alzheimer.
El cerebro es un músculo y, como tal, debemos fortalecerlo y ejercitarlo. Cuando conocemos a una persona mayor muy viva lo primero que decimos es: "¡Caray! Qué buen coco tiene"... Esto no es casualidad, probablemente haya sido (o siga siendo) una mente curiosa, activa, haya aprendido idiomas o a tocar algún instrumento, sea fan de los crucigramas o no deje los libros ni un segundo.
Por último, dicho artículo de El Mundo pone de manifiesto lo esencial de una vida social intensa. Este consejo no deja de estar relacionado con la actividad física y mental, ya que "socializar implica muchas cosas: desplazarte a un lugar, conversar con otras personas, escuchar lo que dicen, dar argumentos en un sentido o en otro..."
(Imagen/ Flickr: jlandro)
2. Síntomas del alzheimer en etapas iniciales
Bright Focus Foundation trata las diferentes fases del alzheimer en su página Web. En la inicial, podremos observar:
1. Reducción de la energía y espontaneidad.
2. Pérdida de memoria ocasional.
3. Cambios bruscos de humor.
4. Sensación de frustración y enfado constantes.
5. Lentitud a la hora de reaccionar ante situaciones novedosas o aprender.
6. Difícil comprensión del material escrito.
7. Preferencia por los ambientes familiares y cómodos.
8. Aislamiento y dificultad para comunicarse.
9. Mala organización, planificación y orientación.
10. Disminución en el rendimiento de trabajo.
Descubre los 10 'nuncas' que todo cuidador debe respetar ante un enfermo de alzheimer:
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