Cuando hablo de invitar a otros a participar en el proyecto de Plenacción, a veces me dicen que abro puertas a “la competencia” y entonces sé que ando por el buen camino, puesto que estoy convencido de que los tiempos del “todo mío” se han terminado y pasamos de la competencia a la coopetencia. Encantado de poder contar con Álvaro Gómez al que podéis seguir en http://www.alvarogomez.org/ . Aquí tenéis su artículo sobre meditación mindfulness, atención plena y la crisis:
MINDFULNESS Y LA CRISIS ¿ECONÓMICA?
Parece que estamos ante una crisis económica, pero en realidad estamos ante una crisis humana. Lo que ahora ocurre es que estamos sintiendo las consecuencias de esa crisis humana en el aspecto económico.
La manera que tenemos de vivir no funciona, pero no es por el sistema económico, es por cómo vivimos como seres humanos. Somos seres que experimentan una vida humana, intentando encajar en una experiencia regida por lo económico, y eso no funciona. Es como si intentas que un perro haga la vida de un gato, lo intentará pero no funcionará.
Se siguen buscando soluciones económicas a una crisis humana (de valores de forma de vivir, de orientación), pero esas soluciones económicas ni están funcionando, ni funcionarán.
Las soluciones económicas a los problemas humanos son muy viejas y se han venido reiterando a través de los años. Con cada crisis económica aparecen las mismas soluciones, sean del color político que sean. Parece increíble que, a la vista de que estas crisis se repiten una y otra vez, en los gobiernos no se pregunten por qué a lo largo de la historia estas soluciones no han funcionado. Pues la verdad, por muy increíble que parezca, es que no se lo preguntan; por eso necesitamos, casi desesperadamente, preguntárnoslo nosotros.
La práctica de la Atención Plena nos devuelve a lo básico y nos conecta con lo más humano que hay en nosotros. Nuestro reto no es mejorar la prima de riesgo sino mejorar la calidad de nuestra conexión con nosotros mismos, desarrollar nuestra atención, y nuestra capacidad de estar en el momento presente, dándonos cuenta de los ríos de pensamientos que pasan por nuestras cabezas y dejándolos estar. A través de la educación, necesitamos desarrollar estas capacidades en los más jóvenes, para que puedan salir del flujo incesante del pensamiento que conduce al miedo. (Es por miedo que damos soluciones económicas devastadoras a los problemas humanos)
Nuestra sociedad está enferma, como lo estaría el perro que finge ser un gato. No podemos vivir de manera saludable actuando en contra de lo que sentimos. No hemos nacido para ser seres económicos que tienen experiencias económicas de ganancias y pérdidas, hemos nacido para ser seres humanos y tener experiencias humanas que cada vez nos conduzcan a una vida más libre interna y externamente.
Una maravillosa promesa de la práctica, y de la integración de la Atención Plena en nuestras vidas, es la paz personal. El estar en paz con uno mismo, como decía Thomas Merton, nos puede conducir a la paz social.
¿Pero cómo puede haber paz social si el modelo de vida es intentar tener más que el otro y superarle a costa de lo que sea?
La nuestra es una forma de vivir deshumanizada y estamos viendo las consecuencias alienantes que produce.
Lo primero que podemos hacer para solventar la crisis y dejar a nuestros hijos un lugar donde vivir una vida con sentido, es vivir atentos. Esto es algo que pudiera parecer secundario, una opción de vida para gente rara, pero en realidad es algo que se está tornando en una necesidad para poder sobrevivir.
Necesitamos abandonar aquello que no es para nosotros y vivir con Atención Plena, practicarlo y llevarlo a nuestra vida diaria, para después compartirlo.
Necesitamos vivir una experiencia que vaya más allá del vivir con miedo, que es lo que esta sociedad económica nos propone.
Hay muchas escuelas de práctica de la Atención Plena. Si lees el magnífico libro de Ramiro Calle (La Meditación Vipassana, Kairós 2007) podrás ver la cantidad de diferentes escuelas que hay, y sobre todo, lo más importante, verás que la práctica de la AP no tienen caminos, no hay un técnica correcta, no es un espacio cerrado. Hay maestros que recomiendan sentarse a practicar, otros que niegan el hacerlo, otros recomiendan las sensaciones físicas como soporte para nuestra atención, otros la respiración, etc.
Se dice que la Atención Plena tiene una primera fase en la que con la práctica se busca la calma mental, pero algunos consideran que esa no es la verdadera práctica; sino que la segunda fase, en la que uno ya no coloca su atención en ningún espacio en concreto, sino que la deja abierta y observa lo que viene a ella, es la verdad Atención Plena.
En el libro mencionado aparece un maestro ya fallecido, A. Buddhadasa (ver libro: Atención Plena con Respiración, 2010), que afirma que a través de la atención en la respiración se puede llegar a la AP. Esto nos muestra que hay diferentes vías para diferentes personas, y que la práctica de la AP es un camino abierto.
La cosa es ver qué te encaja, qué practica sientes como tuya propia, y qué tiempo y momento es el mejor para ti. Como dicen, la mejor meditación para ti es la que haces.
Necesitamos atención plena para encaminarnos por el sendero de lo humano. Desde aquí te pido, que por poco que sea, hagas lo que esté en tu mano para que se produzca ese cambio hacia lo humano. Por favor no me digas: "Qué puede hacer uno para cambiar el mundo, es imposible". La vida no nos pide resultados, nos pide actuar y con eso es suficiente. Humanizarnos a nosotros mismos y ver allí donde podamos hacer un impacto positivo.
Ramiro Calle dice que en lo que todos los maestros, que a lo largo de los años ha consultado coinciden, es que practiquemos Atención Plena. Cada uno como quiera y pueda, tomándonos minutos sueltos durante el día o sentándonos en sesiones más largas, pero practicar. Hacer un esfuerzo consciente por mejorar nuestra calidad interior de vida.
Ya lo dijo el sabio: El cambio social que quiero ver empieza por mí mismo.
Álvaro Gómez Contreras
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