Los adultos mayores también tienen rabietas ¿Qué hacer?

“Para discutir, se necesitan dos”, dice una frase popular. Se refiere a que un pleito irá creciendo en la medida que ambas partes lo sigan alimentando. Cuando uno de los dos para, la discusión terminó. Pero si técnicamente es tan sencillo, ¿por qué cuesta tanto trabajo?

En cualquier relación ocurren discusiones. Y cuando se trata de los adultos que cuidamos, también pueden presentarse ciertas situaciones que afecten la dinámica de protección que queremos fomentar hacia el paciente. ¿Cómo evitarlas en la medida de lo posible? Toma nota.

¿Qué es una rabieta en un adulto mayor?

A veces puede ocurrir que el adulto mayor pueda presentar algún tipo de rabieta, la cual sería resultado de sensaciones de impulsividad, frustración y rabia. La pataleta, rabieta o berrinche emocional es una reacción sobredimensionada ante una situación frustrante.

Por ello, antes siquiera de poner en la mesa qué hacer frente a una discusión, vale la pena detenerse a analizar la situación de nuestro adulto: una persona que durante toda la vida fue independiente y dueño de su vida, hasta que sus condiciones de salud se lo fueron impidiendo. Perder el control de sus vidas puede ser un duelo duro de procesar.

Frustrante para cualquiera, ¿no crees? Ese punto de partida puede ayudarnos a pensar que discutir con ellos no se tratará de ganar una discusión, sino de lidiar juntos con las limitaciones que la vida le está poniendo.

¿Qué hacer?


Encontrar el mejor momento para discutir. Hay situaciones para todo y quizá tu adulto pueda estar en mejor sintonía para hablar ya una vez que comió o descansó. Evita plantear temas difíciles cuando se esté sintiendo mal o impedido para realizar alguna actividad. En esos momentos, querrá tu comprensión, no tus regaños.

La clave: la comunicación. Ninguna discusión se resuelve sin ella. Tiene que ver mucho con cómo nos dirigimos al adulto: si somos groseros, determinantes, si los tratamos como niños

Escucha con serenidad y atención. No te desesperes si tardan en entender algún punto o no están de acuerdo contigo. Habla lentamente y repite cuantas veces sea necesario. Merecen un trato digno siempre.

NO imposición, SÍ opciones. En vez de decirle lo que tienen que hacer, siempre será mucho mejor preguntarles cómo podrían resolver juntos determinado problema. De esta manera, estarás dándole voz y voto en las decisiones.

Evita dar un consejo que nadie te pidió. Todo lo contrario: cuando tengas oportunidad, pide su opinión y hazle saber que valoras su punto de vista. Los adultos valorarán que los permitas expresarse y hablar.

Recuerda: es SU vida. Toma en cuenta sus necesidades y reconoce sus puntos de vista cuando hagas sugerencias. Siempre será vital hacerle saber cuánto consideras sus prioridades y temores no expresados.

Recuerda, cuando un adulto discute, busca lo mismo que todos buscamos: comprensión y apoyo.


Ten paciencia, permite que se adapten y equivoquen. Seguramente, cada decisión tomada le tomará tiempo y esfuerzo. No aceleres ese proceso o corremos el riesgo de generar otra discusión.

Hazle saber que estás de su lado. No es una lucha por ver quién gana, sino un diálogo para determinar algo que le será útil a nuestro adulto.

Respeta sus decisiones. OJO: el adulto podrá necesitar un poco más de asistencia, pero sigue siendo el dueño de su propia vida. Lo que tú quieres para él no necesariamente es lo que él quiere para sí mismo.

Deja de esperar que tu adulto será el de antes. Es quizá lo más duro de entender: que si antes podía discutirse sanamente con el adulto, ahora quizá es mucho más necio y aferrado. Esa es parte de la nueva dinámica y comprenderlo disminuirá la tensión emocional.

Sácate de la cabeza la idea de querer educarlos. Los adultos mayores ya son personas que quizá lidiaron con mucho en su vida y no necesariamente están en sintonía de que se les eduque o muestre otras maneras de ver la vida. Si tienen ideas muy arraigadas sobre la vida, las relaciones de pareja y hasta la política, siempre será mejor respetar su punto de vista. No son niños a los que hay que formar. Tienen derecho a pensar lo que deseen.

Adultos mayores y cómo discutir con ellos: lo que debemos considerar

Tal como hemos visto, las discusiones serán una constante en la vida. No tienen por qué terminar mal, sino más bien analizarse para evitar llevarlas a un nivel de pleito o rabieta.

Siempre habrá maneras de discutir sanamente con los adultos que cuidamos, para lo cual debemos fomentar una comunicación efectiva. La prioridad será mantener la confianza intacta y olvidarse de querer ganar, pues el objetivo es alcanzar metas comunes de la mano del amor y el cuidado. Tu adulto te lo agradecerá.

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