La anorexia nerviosa es un trastorno de la alimentación que se caracteriza por: el temor intenso a ganar peso, y la percepción distorsionada del propio cuerpo. La persona que lo sufre está en el límite de su IMC, es decir, tiene un peso corporal bajo.
Las personas que sufren este trastorno controlan mucho su peso y su figura corporal, y hacen todo tipo de sacrificios, los cuales suelen interferir en su vida diaria de manera significativa.
Síntomas Físicos
La psicóloga malagueña señala los signos y síntomas físicos de la anorexia nerviosa más frecuentes
Pérdida de peso excesiva, o no lograr el aumento de peso previsto para el desarrollo
Fatiga
Insomnio
Mareos o desmayos
Pigmentación azulada en los dedos de la mano
Cabello fino o quebradizo, o pérdida de cabello
Vello suave como pelusa que cubre el cuerpo
Ausencia de menstruación
Estreñimiento y dolor abdominal
Piel seca o amarillenta
Deshidratación
Síntomas Emocionales y Conductuales
Preocupación por los alimentos, que a veces incluye cocinar comidas elaboradas para los demás, pero no comerlas
Saltar comidas o rehusarse a comer con frecuencia
Comer solo unos pocos alimentos seguros, por lo general, con bajo contenido de grasas y calorías
Adoptar rituales rígidos para las comidas o la alimentación, por ejemplo, escupir
Sentir temor a aumentar de peso, que puede incluir pesarse o medirse el cuerpo repetidas veces
Estado de ánimo indiferente (falta de emociones)
Retraimiento social
Irritabilidad
Insomnio
Tratamiento
El tratamiento para este tipo de trastorno suele llevarse a cabo mediante un abordaje un equipo multidisciplinar, dónde participan: médicos, equipo de psicólogos especializados y dietistas, todos con experiencia en trastornos de la alimentación. La terapia permanente y la educación sobre nutrición son muy importantes para la recuperación continua.
Tratamiento psicológico
Desde la terapia psicológica se puede intervenir tanto de manera familiar como individual
Terapia familiar.Este tratamiento está basado en evidencias para los adolescentes con anorexia nerviosa. Esta terapia motiva a los padres a que movilicen al niño o al adolescente ya que éstos no suelen tener buenas elecciones sobre su alimentación.
Terapia individual. Este tipo de intervención está más fija para los adultos. El objetivo es normalizar los hábitos y las conductas de alimentación. El segundo objetivo es cambiar las creencias y los pensamientos distorsionados que mantienen la alimentación restrictiva.
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