Síntomas de Aislamiento tras los primeros días

SÍNTOMAS DEL AISLAMIENTO TRAS LOS PRIMEROS DÍAS

Hoy día todo el mundo conoce qué es el coronavirus o COVID-19, cuáles son sus efectos, su origen o su forma de prevención. Lo que hace un par de meses visualizábamos en los medios de comunicación como una crisis para el país asiático, pasando desapercibido para nosotros, actualmente se ha convertido en un peligro existente a nivel global.

No obstante, aunque su amenaza es real, todavía continuamos viendo personas que salen a la calle, ignorando las consecuencias que pueden sufrir tanto ellos mismos como las personas de su alrededor. Es por ello, que el aislamiento o confinamiento es de vital importancia para poner fin a la situación que vivimos.

El pasado fin de semana fue declarado el estado de alarma por el Gobierno por un plazo de 15 días naturales, en un principio. Esta situación resulta inusual para la mayoría de nosotros, ya que no contamos con referentes que nos guíen. A esto es necesario sumar el bombardeo de información que es recibido diariamente, donde se mezclan las noticias reales, con fakes news. Además, la mayor parte de información contribuye a infundir miedo, siendo mínimas las noticias positivas sobre la temática.

Las actitudes de cara a afrontar el aislamiento son diversas. Los primeros días pueden resultar fáciles de llevar, ya que todos hemos pasado alguna vez un par de días en casa. Sin embargo, las dificultades y obstáculos comienzan ya a aparecer tras estos días. Es por ello que, según la psicóloga Fátima López, es normal que surja la angustia, la frustración, la ansiedad, el miedo y la incertidumbre. Estas sensaciones y emociones se intensifican aun más ya que no dejamos de pensar en el coronavirus y su consecuente confinamiento.

¿Qué podemos hacer para afrontar el resto de días?

Seguro que en más de una ocasión has estado en casa durante varios días, por ejemplo por estar enfermo, por el mal clima, porque tenías que estudiar o simplemente porque te apetecía estar en casa, y no te has agobiado tanto. Sin embargo, el hecho de pensar constantemente “no puedo salir de casa” agrava aún más nuestro estado interno.

Desde que somos pequeños aprendemos que una experiencia sensorial que vivimos tiene un nombre, por ejemplo: la palabra árbol estaría asociada con una forma concreta, colores como el marrón y el verde, y algún olor. De esta manera, con los años el cerebro tiene asociado que esa experiencia sensorial (formada por imágenes, olores, etc) se llama árbol. En consecuencia, cuando decimos esta palabra automáticamente en el cerebro aparece una representación mental. Esto es porque el cerebro conecta las palabras con las experiencias. Es por ello que si pensamos “no puedo salir de casa” se genera en nuestra mente la representación de la experiencia “salir de casa” para comprender de qué estamos hablando y luego lleva a cabo la negación.

Cabe añadir que cuanto más pensamos esta misma idea y nos hacemos esta representación, más vívida es. Por tanto, “salir de casa” cobraría más fuerza en nuestro pensamiento, y el hecho de que esa experiencia no llegue a producirse generaría aun más ansiedad.

A raíz de lo anteriormente explicado, podemos concluir que es necesario cambiar este tipo de pensamientos, que estamos teniendo incluso desde los primeros días del confinamiento, para disminuir nuestro malestar. Desviar el foco atencional hacia otras actividades. Esta pauta sería necesaria mantenerla a lo largo de la quincena.

No obstante, hay que ser conscientes que no estamos totalmente encerrados ya que existen determinadas actividades que podemos realizar como sacar al perro, comprar en un supermercado o acudir a entidades financieras, entre otras. Hay que ser consciente de que la situación en la que nos encontramos no es permanente sino efímera.

actividades en casa
actividades en casa

Dado que la actitud que tenemos y que se transmite es negativa, es preciso aceptar que no podemos controlar lo que está ocurriendo, limitándose nuestra capacidad de actuación a seguir las pautas indicadas por el Gobierno. No podemos cambiar el pasado ni tampoco solucionar lo que ocurrirá en el futuro. Por ello, es imprescindible un cambio en nuestra actitud y valorar lo que está sucediendo como una oportunidad, no solo para estar con las personas con las que convivimos sino también con nosotros mismos y aprender a escucharnos y conocernos. Es el momento de retomar aquellas tareas y actividades que habíamos dejado en el olvido, comenzar las que alguna vez nos ilusionaron o probar otras nuevas. Tenemos la ocasión de compartir momentos con quienes nos rodean desde la empatía y el respecto, ya que no debemos olvidar que también se encuentran en las mismas condiciones que nosotros.

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