Helicobacter pylori es excretada a través de las heces de portadores, pudiendo contaminar aguas y suelos de cultivo (directamente o a través de riegos). Alimentos destinados a consumo crudos inadecuadamente desinfectados, como hortalizas, fruta y otras verduras, pueden actuar como vehículos portadores hasta el organismo humano.
Esta bacteria que infecta el epitelio gástrico, es el único organismo vivo capaz de soportar las condiciones de extrema acidez que se generan en el estómago. Esto se debe en parte a la acción de una enzima que la propia bacteria produce, la ureasa, capaz de descomponer la urea (habitual de este ambiente) en moléculas alcalinas (amoniaco y bicarbonato), reduciendo de este modo la acidez del medio.
Capaz de provocar deficiencias severas en la absorción de nutrientes, la bacteria se acomoda en la superficie de las células de la mucosa gástrica, produciendo úlceras pépticas y episodios de gastritis que pueden volverse crónicos y derivar en afecciones más graves como la peritonitis (al dañar el revestimiento mucoso, facilita la penetración de ácidos bajo la mucosa protectora).
El estudio reciente de la actividad de este organismo, le atribuye propiedades como carcinógeno tipo I, y la relaciona con el desarrollo de cáncer gástrico (factor de oncogénesis).
Presente en el 50% de la población mundial y en niveles superiores al 70% en países en vías de desarrollo, es habitual detectarla en aguas estancadas o contaminadas con resídales, por lo que tragarla durante el baño (especialmente en el caso de menores de 10 años) supone también una posible vía de contagio a tener en cuenta.
Síntomas de la presencia de la bacteria: acidez, nauseas, sensación extrema de saciedad y hambre transcurridas 2-4 horas tras la comida, regurgitación y eructos, dolor abdominal e indigestión.
Recomendaciones frente a la infección:
Debido a que la bacteria ha sido aislada en mascotas como perros o gatos, y pese a que existe cierta controversia en cuanto a esta posible vía de infección, se recomienda evitar que laman a niños pequeños.
Evitar consumir sustancias irritantes para el estómago como alcohol o cafeína y fomentar la ingesta de alimentos con alto contenido en fibra.
El té verde es un contrastado preventivo frente a los procesos inflamatorios derivados de Helicobacter Pylori, y los tradicionales platos asiáticos (kimchi) a base de verduras fermentadas, han resultado ser portadores de una bacteria (Lb. Plantarum), capaz de inhibir el desarrollo de células cancerígenas y reducir la actividad de la ureasa.