A diferencia de la dispepsia orgánica, sintomática de alguna enfermedad gastrointestinal identificada como úlcera gástrica, colon irritable, etc., o derivada de algún tipo de intolerancia alimentaria; la dispepsia funcional puede considerarse una enfermedad en sí misma.
Dicha patología, que suele comenzar a manifestarse a partir de los 40 años de edad pudiendo volverse crónica, es extremadamente usual entre la población occidental; si bien no siempre se recurre a la consulta de un especialista por pensar que se trata de simples “digestiones pesadas” recurriendo en la mayoría de ocasiones a la automedicación con antiácidos, que actúan como remedio momentáneo pero que tienen a empeorar posteriormente la situación.
Cabría en este punto recordar que el aloe vera podría contribuir a la reducción de la acidez estomacal, aunque su consumo no está indicado para todos los grupos de población.
Lo que parece claro es que los síntomas se manifiestan habitualmente tras la comida y que derivan de un proceso digestivo insuficiente. Sin enfermedad física aparente y sin un conocimiento exhaustivo de las causas que provocan la dispepsia funcional, son muchas las recomendaciones en cuanto a hábitos alimenticios que se proponen para suavizar los indeseados efectos de una indigestión gaseosa. Entre ellos destacan:
Comer despacio y masticar bien los alimentos a fin de ayudar al proceso digestivo desde su entrada en el organismo y evitar tragar aire en exceso (aerofagia, que provoca de forma notable y a modo de ejemplo el sencillo acto de masticar chicle)
Beber poco líquido durante la comida para evitar la dilución de las enzimas gástricas necesarias para la correcta digestión
Ingestas frecuentes pero poco voluminosas que faciliten el vaciado gástrico e impidan la fermentación gaseosa de los alimentos en el aparato digestivo por acumulación.
Si bien estas recomendaciones pueden resultar beneficiosas acompañadas por supuesto de la privación de sustancias irritantes de la mucosa gástrica como el café o el alcohol, nuevos estudios ponen de manifiesto la importancia del Sistema Nervioso Entérico (SNE), a la hora de explicar la sintomatología observada tras la ingesta de determinados alimentos.
El SNE es un entramado nervioso que envuelve el esófago, estómago, intestino delgado y colon, y que regula forma autónoma las principales funciones digestivas: Secreción, Sensibilidad, Movimiento y Absorción.
Éste podría resultar primordial a la hora de explicar la distensión intestinal por hipersensibilidad visceral, como respuesta a estímulos químicos (sustancias presentes en los alimentos) o físicos (cambio de volumen del intestino durante la digestión).
De esta forma, un grupo de alimentos denominados FODMAP (oligo-, di y mono-sacáridos fermentables y polioles), podrían provocar y explicar la sintomatología en personas con acusada sensibilidad gástrica. Para quien la padece podría resultar recomendable evitar los siguientes grupos de alimentos:
Alimentos ricos en fructosa:
Alimentos ricos en fructanos:
Alimentos ricos en galacto-oligosacáridos y fructanos:
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Alimentos que contengan polioles:
Alimentos que contengan lactosa: