Se le conoce como “manga gástrica” debido a que, al reducir las dimensiones del estómago entre el 70% y 85%, el órgano adquiere la forma de una pequeña “manga” capaz de almacenar una cantidad de alimento significativamente menor a la que solía contener. En consecuencia, se experimenta disminución del apetito y una sensación de saciedad más rápida, lo que a su vez se traduce en la pérdida de peso.
Este tipo de intervención debe prescribirse y llevarse a cabo por un médico bariatra, quien generalmente la recomendará a personas entre los 18 y 60 años de edad, y en casos excepcionales, a adolescentes desde los 14 años.
Entre los beneficios que ofrece están la remoción de la hormona que genera el apetito, la seguridad de que el estómago continuará funcionando de manera normal pese a su reducción y la garantía de que será más sencillo –con ayuda de los especialistas en bariatría y nutrición– controlar el riesgo de que se produzcan carencias nutricionales.
Por otro lado, se trata de una de las cirugías que ofrecen una pronta recuperación, dado que el paciente puede volver a su hogar en un periodo no mayor a tres días después de la intervención. Además, se considera la alternativa más adecuada para personas que presentan trastornos metabólicos como diabetes y resistencia a la insulina o condiciones de salud como el hígado graso.
Finalmente, una vez disipadas las dudas, hay dos factores que resulta indispensable tomar en cuenta: el primero es que no se debe elegir una clínica o cirujano en función del precio de la operación, puesto que se trata de una inversión en bienestar, que, de no ser acertada, podría suponer un alto costo para la salud.
En segundo lugar, quien opte por este u otros tratamientos bariátricos debe saber que los mismos son herramientas para luchar contra el problema de la obesidad, pero mantenerlo bajo control dependerá de su compromiso con el cambio de estilo de vida que ha decidido iniciar.
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